Tres escenarios están completamente definidos respecto a los enfrentamientos militares que hoy ocurren entre Rusia y Ucrania. Y, lamentablemente, los tres están dominados desde el exterior. Son de hechura occidental.
Primero, la multimillonaria cifra de dólares asignados por el Gobierno de Estados Unidos, la Unión Europea, y otros países, como Reino Unido, ya salido de la UE, parece encabezar el plan occidental de debilitar y desestabilizar a Rusia, aunque para ello tengan que morir miles de ucranianos.
Un segundo escenario, que también es dirigido por los mismos autores citados anteriormente, es la más despiadada campaña de mentiras mediáticas que han creado una matriz universal de culpa contra Rusia y Putin, junto a la «gran ayuda occidental» para detener a Moscú en sus intenciones de cambiar el estatus ucraniano.
Y un tercer escenario es el empleo, por Estados Unidos, la OTAN y algunos gobiernos europeos, de elementos biológicos prohibidos por las convenciones internacionales, para luego culpar a Rusia de su autoría, una vez que se expongan mediáticamente sus efectos letales.
Los argumentos y las denuncias de Moscú están reiteradamente advertidos en cada uno de los casos.
Por ejemplo, el Ministerio de Defensa ruso reveló, este fin de semana, que Estados Unidos prepara provocaciones en las instalaciones químicas y biológicas de Járkov y Kiev, y no excluyó que puedan llevarse a cabo en la central nuclear de Zaporozhie.
Se advierte, como la variante más probable, la de escenificar un incidente de falsa bandera, usando armas químicas y biológicas que provocarían víctimas civiles. Luego se acusaría a los militares rusos como sus actores.
La denuncia, además, está avalada con el hecho de que, el pasado 21 de abril, un convoy de diez vehículos con «carga peligrosa» que se dirigía a una central nuclear ucraniana, fue detenido en un puesto de la guardia nacional y enviado de vuelta a la ciudad de Zaporozhie, según RT.
Igualmente, el Ministerio de Defensa ruso ha asegurado tener documentos donde se evidencia el plan de las autoridades ucranianas de realizar un ataque contra un almacén de desechos radiactivos en la localidad de Kamianské.
Rusia recuerda que, hasta el día de hoy, ha sido Estados Unidos el único país del mundo que ha usado los tres tipos de armas de destrucción masiva, remarcando el lanzamiento de bombas nucleares contra las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, en Japón, y el uso masivo de productos tóxicos en Vietnam e Irak.
Por todo ello, no habría duda alguna de que, en el escenario ucraniano, Washington emplee este tipo de guerra prohibida, con el fin de culpar a Rusia, sin que le importe –como tampoco le interesó en Japón, Vietnam, Irak y Yugoslavia– que mueran miles o cientos de miles de seres humanos, más el daño material y ambiental, que sería irreversible.