Cuando el Gobierno de Estados Unidos ignoró olímpicamente la consideración de las Naciones Unidas –más bien de su Consejo de Seguridad, para asuntos tan serios como la guerra–, y lanzó sobre Yugoslavia la más letal expresión de su arrogancia imperial, además de arrasar y «partir en pedazos» un Estado soberano que entorpecía sus intereses geopolíticos, anunciaba que a su prepotencia le importaba un bledo el consenso global.
Si este acto flagrante, como burla al resto del mundo, parecía un peligro sumo para la utilidad de la organización, ¿cómo calificar el grado de amenaza que significan las pretensiones actuales de ee. uu., ya no de «pasar por alto» lo que se piense allí, sino de manipular, con base en la mentira fabricada, el chantaje político y la coerción económica, la voz de las naciones en pro de la hegemonía yanqui?
A estos fines ha servido, con singular maleabilidad, el Consejo de los Derechos Humanos, del cual puede ser que Rusia, ahora, y a raíz del conflicto en Ucrania, sea la más mediática de las víctimas de estas tretas «cocinadas» en Washington.
Sin embargo, Cuba tiene larga experiencia en ser diana de estas acusaciones artificiales, por lo cual no le sorprende que, en el contexto amañado de sanciones que hoy se vive en tal Consejo, sus enemigos tradicionales se animen a volver a emprenderla contra ella, y ya hayan anunciado la intención de proponer que, así como se hizo con Rusia, también la Isla sea expulsada del órgano.
¿Sus argumentos? Los mismos que han estado reciclando en torno a los juicios por los disturbios del año pasado, esta vez con el absurdo aderezo del «uso de la tortura».
Pero en la ONU la dignidad todavía ocupa asientos y el prestigio de Cuba allí tiene una voz muy alta. Recientemente, la Mayor de las Antillas resultó electa para integrar cuatro órganos del Consejo Económico y Social del ente.
Desde ahora integrará la Junta Ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, y las comisiones sobre la condición jurídica y social de la Mujer, de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, y de las organizaciones no gubernamentales.
Afirman que la elección tuvo lugar por aclamación, expresión de los avales con que Cuba cuenta ante el concierto mundial y, específicamente, al interior de la ONU, en cuyos pasillos los conspiradores se habrán dado de bruces contra la noticia.