Dos de los presidentes de la FEU de mayor antigüedad, no podrán gritar ¡Presente!, en el pase de lista que hará la FEU en la conmemoración de su centenario, pero miles de estudiantes dirán Presente, cuando ellos sean mencionados.Por tres días de diferencia murieron Juan Vela Valdés (27 de abril) y Ricardo Alarcón de Quesada (30 de abril) dos presidentes históricos de la FEU, que devinieron en cubanos admirados y queridos por su pueblo, debido a su vida ejemplar y obra fecunda.
Con ambos tuve la dicha de conversar antes de su partida definitiva, como narraré en este artículo de homenaje, en que también compartiré mis sentimientos y convicciones sobre la FEU, en el año de su centenario..
No pretendo hacer una síntesis biográfica de ambos compañeros, es una tarea que me rebasa, haré público aspectos esenciales de nuestras relaciones desde una coincidencia poderosa, los tres fuimos presidente de la FEU, en una misma década (1961-1971).
El artículo estará organizado en dos partes. En la primera enuncio una idea que he compartido con Randy Alonso, para colaborar en la divulgación del Centenario de la FEU; y haré mi homenaje al compañero Alarcón. En la segunda parte le haré mi homenaje al compañero Vela y propondré los temas que abordaré por el centenario de la FEU, con la mejor disposición de que ustedes me sugieran nuevos temas y modificaciones para la selección definitiva.
Tengo la idea de publicar en Cubadebate desde julio hasta diciembre, tal vez con un receso en agosto, artículos dedicados al centenario de la FEU, en que se combinen remembranzas con el análisis de asuntos actuales y de interés para el estudiantado universitario y su organización, la FEU. No es casual que esté comenzando en esta fecha, ya que el pasado 22 de mayo, se cumplió 51 años de la primera elección de un presidente y vicepresidente nacional de la FEU y demás miembros del Secretariado Nacional. Presidente: Néstor del Prado Arza, estudiante de Matemática de la Universidad de la Habana. Vicepresidente Miguel Marcheco Consuegra, estudiante de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Oriente.
En cuanto al homenaje comienzo por el compañero Alarcón porque es el de mayor antigüedad en la FEU. Además el pasado 21 de mayo, estuviera cumpliendo 85 años de vida
Cuando en 1969 me eligieron miembro del Buró Universitario de la UJC-FEU, comencé a estudiar la historia de la FEU leyendo boletines archivados en la Universidad de la Habana, y conversando con algunos dirigentes de los primeros años del triunfo de la Revolución. Me llamó mucho la atención la sagacidad demostrada por Alarcón en algunos escritos y reportes periodísticos sobre su participación como presidente de la FEU y antes vicepresidente.
En una amplia reunión realizada en la Escuela del PCC, Ñico López, la compañera Melba Hernández hizo un comentario después de una intervención mía que jamás olvidaré por el orgullo que me causó. Este muchacho cuando habla, me recuerda a Ricardo Alarcón por la entonación que le imprime a sus palabras, y hasta se parece físicamente. Lo del parecido debe ser por la frente martiana de ambos, y la delgadez acentuada de entonces.
Ya Alarcón había desarrollado una intensa y fecunda carrera como diplomático.
Mi primer vínculo directo y significativo con Alarcón transcurrió algunos años después, en que yo era vicepresidente del Instituto Nacional de Sistemas Automatizados y Técnicas de Computación INSAC, y el viceministro de Relaciones Exteriores.
Un argentino llamado Fermín Bernasconi, era Director del IBI, Buró Intergubernamental de Informática de la UNESCO, y en una visita a Cuba se entrevistó con el compañero Isidoro Malmierca, entonces ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, para que una delegación cubana asistiera a la Fundación del Club de Cali, que se realizaría en dicha ciudad colombiana en 1984. Ya Malmierca conocía sobre lo del Club de Cali y había coordinado con Carlos Rafael Rodríguez, la participación cubana y por tanto en dicha reunión con el señor Bernasconi, ambos, Alarcón y yo estuvimos presentes, pues habíamos sido designados para participar en dicho evento. Malmierca dio una breve explicación sobre la decisión del Gobierno Cubano, y nos presenta a ambos con palabras elogiosas, sobre todo al compañero Alarcón que ya era una personalidad internacionalmente reconocida. Al terminar la reunión, Alarcón me echa el brazo por arriba y me dice: “oye, quiero decirte que yo no tengo las más p… idea de lo que hablaron ahí sobre el desarrollo de la informática, así que yo voy como ayudante tuyo. Lo miro fijo y le digo: “usted ayudante mío, si en esa actividad la política internacional jugará un papel importante, y en eso yo no le llego ni a las rodillas”.
El viaje a Colombia era vía Panamá, y resulta que un día antes del vuelo, yo no tenía aprobada visa para entrar en Colombia, pero Alarcón sí. Recuerdo que el embajador cubano en Panamá era Miguel Brugueras, y Alarcón le dijo, mira a ver lo que tú haces porque si a Néstor no le dan la visa, yo no voy. Él habló con el embajador colombiano en Panamá y le pidió colaboración. El embajador indagó y le dijo que mi nombre aparecía en los archivos como dirigente estudiantil revoltoso, y por eso no me daban la visa. Miguelito le explicó que yo había sido organizador del V CLAE en Santiago de Chile en 1973, y que seguramente ese era el motivo de la nota puesta en mi expediente, que entonces yo era presidente de la FEU de Cuba, pero que ahora era un viceministro de un Organismo Central del Estado Cubano, y que le pedía que esclareciera la situación. Afortunadamente y a menos de 4 horas de estar en el aeropuerto, me fue concedida la visa.
Nos alojaron en el Hotel Hilton de Cali, en habitaciones contiguas. Yo le leí a Alarcón mi intervención, ya que él me dijo que esa tarea era mía. Le expliqué algunos temas técnicos que el no dominaba, y a su vez me hizo algunas sugerencias en algunos de mis enfoques en la parte de proyección política internacional.
El día antes de la inauguración de la Reunión, el canciller colombiano dio una recepción a todos los participantes, y casi de inmediato Alarcón se convirtió en la persona más solicitada por los medios de prensa allí presentes. Recuerdo la entrevista para Radio Caracol, de un periodista muy insidioso, que le hizo preguntas complicadas sobre la Guerrilla colombiana, y las relaciones del Gobierno de Fidel Castro con el Gobierno del carismático Belisario Betancur, electo en 1982 presidente de Colombia. Cuando ya Alarcón estaba obstinado por tantas preguntas, les dijo, miren pregúntenle al licenciado del Prado, que es un experto en informática, un tema al que el presidente colombiano le ha dado gran prioridad nacional. Me hicieron un par de preguntas, pero ellos seguían atrás de Alarcón, hurgando más allá de la informática.
En la puerta de nuestras habitaciones teníamos a dos militares con fusiles. Yo que siempre he sido curioso, cosa de matemático, me percaté que ningún otro delegado tenía ese privilegio. Cuando llevábamos tres días en el Hotel, yo saludo a los militares custodios y les pregunto: “ustedes nos están cuidando a nosotros, o se están cuidando de nosotros”. El menos joven soltó una risa, y nos dijo: “ambas cosas”.
La reunión debatió temas de mucha importancia en cuanto al desarrollo informático de América Latina, pronto hicimos amistad con los participantes de Brasil, entre ellos Edson Fregni, brillante ingeniero creador de una minicomputadora brasileña y Servando Gómez, parlamentario y uno de los que escribió la primera Política de Soberanía Informática en Brasil.
Cuando explicaron que el método que se usaría para la redacción de la Declaración Final del Club de Cali, sería el Delphi, Alarcón me preguntó que qué rayo era eso. Yo le expliqué, ya que yo era un estudioso desde entonces de la Gestión del Conocimiento. Cuando él evidenció la utilidad de dicha técnica me dijo que al regresar a Cuba, quería que yo impartiera una conferencia en el MINREX sobre dicho método y otras técnicas de las que le hablé.
Resulta ser que se armó un grupo redactor del documento salido del método Delphi, para elaborar la propuesta final. A mí me eligieron para dicho Grupo, pero el representante de la CEPAL, el Señor Alegret, pidió que se hiciera una excepción de no más de una persona del mismo país y que se incorporara el viceministro cubano de Relaciones Exteriores por su probada experiencia en esas lides. La propuesta fue aprobada y la participación de Alarcón para alcanzar consenso fue muy valiosa.
Tengo otras anécdotas sobre aquella participación, pero la dejaré para otra ocasión.
Tuve la dicha de integrar paneles de presidentes de la FEU, por invitación del presidente de varias etapas, en que estuvo Alarcón. Él era siempre el primero en hablar por su antigüedad como presidente. Sus intervenciones le llegaban a los estudiantes, pues tenía los conocimientos y el arte de combinar razones y emociones, de convencer con sus razonamientos, sin estridencias ni abuso de consignas.
Yo creo que la última aparición pública de Alarcón es responsabilidad mía, y ahora me explico.
Dos queridos compañeros Fundadores de la UJC (Remigio Ruiz y Amalia Catalá) estaban intentando que llegara al Buró Nacional de la UJC la propuesta de que en ocasión del 60 Aniversario de la UJC, se realizara un encuentro con algunos fundadores de la UJC, ya que algunos estaban bastante viejos y enfermos, y tal vez no llegaran a otro aniversario cerrado.
Conociendo ellos mis relaciones activa en las Redes Sociales Digitales con la compañera Aylin Álvarez, primera secretaria nacional de la UJC, me pidieron que intercediera, y así los hice. De inmediato tuve una respuesta afirmativa de Aylin, y me dijo que yo fuera el intermediario con la compañera Nislay, del Buró Nacional de la UJC. Como no soy fundador de la UJC, yo ingresé tres años después, no me sentí incómodo con la propuesta y puse manos y mente a la obra. Luego de acordar con Nislay el programa del Encuentro, nos quedaba un paso importante, proponer al fundador de la UJC que agradecería el reconocimiento del Buró Nacional. Como yo tenía la lista de 34 compañeros a ser homenajeado, no dudé ni un segundo en proponer que fuera el compañero Alarcón. La tarea de llamarlo y convencerlo me tocó a mí. Yo tenía su número de celular y lo llamé. Lo primero que me preguntó fue si no había otro compañero con más méritos y antigüedad. Fui honesto y le dije que sabía de dos, pero que mi confianza en cuanto a que con tan poco tiempo el que hablara lo hiciera bien, era él. Me preguntó si yo iba a estar, que podía ser yo el que agradeciera. Le expliqué dos cosas: que yo no era fundador y que yo estaba ingresado junto a mi esposa que le habían hecho una delicada cirugía el pasado 27 de marzo. Con su sensibilidad humana característica, me dijo que lo sentía mucho y que deseaba que todo evolucionara bien. Recuerdo estas palabras de él en respuesta a mi solicitud: “cómo voy a decirte a ti que no acepto, si en tan dramáticas circunstancias familiares estás dedicando tiempo a una tarea de la UJC. ¡Cuenta conmigo!
Alarcón, ya bastante enfermo pero con lucidez extraordinaria pronunció sustanciosas y emotivas palabras, sentado en una silla como aparece en la foto.
Remigio, conocedor de mi situación familiar, me llamó ese mismo día para decirme que el encuentro había sido un éxito, y que las palabras de Alarcón y de Aylin habían sido fenomenales. Me pidió que hablara con Alarcón para expresarle mi agradecimiento y sobre todo lo bien que fueron recibidas sus palabras por los allí presentes. Así lo hice, pero antes que dijera algo me preguntó por la salud de mi esposa, y cuando le dije que hubo que llevarla nuevamente al salón de operaciones el 14 de abril, me dijo de inmediato, que estaba a mis órdenes para hacer lo que fuera necesario para ayudarnos.
Alarcón murió el 30 de abril en horas de la noche, mi esposa al día siguiente en horas de la tarde. ¡Coincidencias amargas del destino!