La noche del 11 de abril de 1895 en Playita de Cajobabo se matizaba por una tormenta. Pero no fue ese el motivo por el que entraría a la historia
Playita de Cajobabo, referente para la historia cubana. (Fotos: Oscar Alfonso/Escambray)
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Bajo lluvia y vientos, de 1895 José Martí, el Delegado del Partido Revolucionario Cubano y el Generalísimo Máximo Gómez, máximo jefe militar de la contienda del 95, desembarcaron en ese escenario, al sur de Guantánamo, con el propósito de incorporarse a la campaña libertaria iniciada en Cuba el anterior 24 de febrero.
Arriba Martí a la Patria con esa misión suprema, impuesta por el deber y su conciencia, y con la dicha de sumar en toda su actividad revolucionaria a favor de la independencia. De ello dan fe documentos históricos y testimonios de quienes le acompañaron en esa gesta.
En lo adelante, después del desembarco, poco importarían los sacrificios por venir, ni los peligros certeros de muerte en esta guerra necesaria, como diría el Apóstol.
Sabía ya que había llegado la hora, su hora de ser consecuente con el honor y todo lo que había predicado. Era esa la opción única.