Las solicitudes para censurar o prohibir libros a lo largo de todo Estados Unidos ha llegado a niveles sin precedentes, con unos 330 intentos de censura entre los meses de septiembre y noviembre de 2021, más del doble que durante todo 2020, según cifras de la Asociación Estadounidense de Bibliotecas (ALA, por su sigla en inglés).
Entre los títulos considerados «dañinos» se incluyen aquellos que sean críticos de ciertos aspectos de la historia estadounidense, como los que abordan los temas de la «injusticia racial contra afroestadounidenses y latinos, musulmanes e indígenas, los que tratan temas de género e identidad sexual, así como las luchas por derechos y libertades civiles», reporta el diario La Jornada.
Desde enero de 2021 se han introducido 155 proyectos de ley a nivel estatal para prohibir, limitar o condicionar obras que declaran como subversivas e inmorales dentro de la educación pública y bibliotecas en 38 de los 50 estados.
La Coalición Nacional contra la Censura conformada por unas 60 organizaciones nacionales de escritores, periodistas, maestros y librerías de este país declaró: «Estamos profundamente preocupados por este incremento repentino de censura y su impacto sobre la educación, los derechos de los alumnos y la libertad de expresión».
En Florida acaba de ser aprobada una nueva ley que limita y hasta prohíbe la discusión y lectura de temas LGBT en las aulas, y están pendientes proyectos jurídicos que buscan limitar tratamiento del racismo. En Idaho se promueve un proyecto de ley que amenaza a bibliotecarios con multas de mil dólares y hasta un año de cárcel si ofrecen materiales de actividad sexual «explícita» a estudiantes menores de 18 años, según ha publicado La Jornada.
Bibliotecarios y maestros son los líderes de la resistencia contra estas políticas, en alianza con estudiantes y defensores de derechos civiles. En York, Pensilvania, lograron revertir con sus protestas la prohibición de varios títulos escritos desde la perspectiva de niños latinos, afroestadounidenses y gays y dos sobre Martin Luther King y Rosa Parks.
Una de las camisetas vendidas por organizaciones liberales dice simplemente: «Yo leo libros prohibidos».