LA HABANA, Cuba. — El Proyecto del Código de las Familias genera inquietudes y opiniones a favor o en contra entre la población cubana. En ese escenario, el régimen, que ha llamado a debatir el documento en “asambleas populares”, despliega una intensa campaña propagandística en pro de su aprobación.
El documento que está siendo analizado en las asambleas está contenido en un tabloide con formato de periódico (29 centímetros de ancho por 38 de largo) de 64 páginas. A continuación del índice, aparece la “Fundamentación del proyecto del Código de las Familias”, donde refiere “la alta importancia que el Estado brinda a la institución familiar y a la necesidad de transformar la legislación vigente en esta materia ya que no responde a la diversidad familiar de la sociedad cubana ni brinda opciones para solucionar los innumerables conflictos existentes que no encuentran amparo en el Derecho”.
Se explica que el contenido del documento “ha sido el resultado de una intensa labor legislativa del Grupo de Trabajo Temporal”, creado en julio del 2019, en el que participaron instituciones jurídicas, organizaciones de masas y tres facultades de la Universidad de La Habana, que brindaron 20 versiones del anteproyecto.
Para la versión 22 del mismo se realizó “un proceso de consultas especializadas con 47 instituciones, organizaciones y grupos”, durante el cual “se recibieron más de 475 criterios, sugerencias y comentarios que propiciaron que más de la mitad de estos artículos fueran modificados”.
El 21 de diciembre de 2021, los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular debatieron y aprobaron la versión 23, donde incorporaron nuevas propuestas al texto.
El actual Proyecto consta de 11 Títulos, 42 Capítulos, 51 Secciones, 471 Artículos, 5 Disposiciones Transitorias, 41 Disposiciones Finales y un Glosario con más de cien términos legales. Abarca 2 283 incisos en total.
Los principales aspectos del Proyecto son 14 y resumen los objetivos del Código, que aborda, entre otros puntos, el derecho para todas las familias, la diversidad familiar, los principios de igualdad, no discriminación y la dignidad humana.
Cierra la extensa presentación explicando que el Código: “…no fabrica ni impone modelos al ser reflejo de la realidad cubana. Otorga derechos a quienes no los tenían y no los quita a quienes ya los ostentaban…” Y agrega después: “Nos beneficia a todas y a todos”.
Sobre los “debates populares” que se están realizando, uno se pregunta: ¿Cómo en una reunión que se realice durante unas dos o tres horas como promedio se puede aprobar esta legislación que para ser elaborada durante meses implicó a tantas personas y organismos capacitados? ¿Cuántas personas con conocimiento jurídico e inteligencia están capacitadas para un examen de este material que por su extensión es un libro?
En esas reuniones, estar de acuerdo es levantar la mano sin saber a ciencia cierta por qué lo hacen, para salir del paso. El que no esté de acuerdo es mal mirado. Así, someten el criterio de las personas al del gobierno, eliminando la capacidad de pensar con cabeza propia.
¿Cuántas son las organizaciones encargadas de velar por el cumplimiento estricto de las múltiples resoluciones aquí mencionadas? En caso de necesidad, ¿quién me orienta, a donde me dirijo?
¿Cómo normar los sentimientos, el humanismo, el cariño, el amor, el afecto entre familiares, allegados y amigos?
Ojalá pudiéramos decir que hoy los cubanos somos una gran familia, independiente de vínculos consanguíneos y afectivos, vivamos dentro o fuera de Cuba. La ideología y la distancia no deben afectar las relaciones entre los individuos.
Antes de la Revolución, jamás hubo en Cuba un código de las familias, y no por ello dejamos de convivir en armonía, independientemente de las pequeñas diferencias que ocurren entre los seres racionales.
Este Código de las Familias, que en esencia se encuentra en la actual Constitución de la República, busca un mayor control del Estado sobre las personas, aun dentro del ámbito familiar. Para eso el régimen no necesita de ningún código.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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