LA HABANA, Cuba.- En medio de un ambiente contradictorio, con propuestas de políticas que desdicen de los objetivos a conseguir, y verdaderos círculos viciosos que impiden resolver los problemas que afronta el país en materia financiera, transcurrió la reunión de balance del trabajo desplegado en el 2021 por el Ministerio de Finanzas y Precios.
El mandatario Miguel Díaz-Canel Bermúdez no asistió al cónclave, y envió al ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, para que presidiera la reunión. Esa mañana, sorpresivamente para muchos, el señor Díaz-Canel apareció bailando guaguancó en el ultramarino poblado de Regla.
Los temas tratados en el balance fueron principalmente los que acaparan la atención del país en el sector financiero: los precios y el presupuesto. Otros tópicos que antaño habían centrado las discusiones, como la contabilidad empresarial, las cuentas por cobrar y pagar, y la cadena de impagos que obstaculizan las relaciones interempresariales quedaron ahora en un segundo plano.
En una de sus intervenciones en la reunión, el vice primer ministro Gil apuntó que “resulta esencial garantizar la sostenibilidad fiscal, mas ello no puede alcanzarse a costa del deterioro de los problemas sociales y de disminuir el respaldo que otorga el Presupuesto para dichas políticas”.
O sea, que el ministro aboga por eliminar o disminuir el amplio déficit presupuestario que presenta el país. Eso no estaría mal. Pero pretende hacerlo sin disminuir los gastos sociales y, al parecer, sin aumentar los ingresos presupuestarios, pues nada dice acerca de ellos. Ingresos que habría que buscar, en lo fundamental, cobrándoles más impuestos a los contribuyentes, ya que el desabastecimiento de productos impediría lograrlo mediante las ventas a la población. Realmente, es difícil concebir que el deseo del Ministro pueda hacerse realidad.
Y al referirse a los precios, el señor Gil se inclina por avanzar en la descentralización de precios, pero sin caer en los conceptos de una economía de mercado. Aquí no se aclara el tipo de descentralización que se piensa acometer. Mas, comoquiera que se evidencia un temor por la economía de mercado -en este caso la libre formación de precios mediante el mecanismo de la oferta y la demanda-, todo hace indicar que la descentralización consistirá en que a nivel territorial puedan fijarse algunos precios, aunque con la tutela y la metodología de los niveles centrales de la economía. No obstante, no estaría de más recordarle al ministro Gil que la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano le reconoce, aunque limitados, ciertos espacios a la economía de mercado.
Por su parte, la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños, vinculó la descentralización de los precios con la exigencia de que las entidades productoras de bienes o prestadoras de servicios conformen fichas de costos y gastos que reconozcan, “objetivamente y sin ineficiencias”, los precios de las materias primas, los insumos y el proceso productivo.
Si se van a exigir por el ministerio fichas de costos y gastos tan “objetivas y sin ineficiencias” -lo que significa tan controladas desde arriba-, es prácticamente un sinsentido hablar de descentralización en la formación de precios.
Y como era lógico suponer, el discurso de la Ministra abogó también por la formación de precios razonables en el país, capaces de contener la ola inflacionaria que acaba con el bolsillo de los cubanos.
Es muy probable que Díaz-Canel, conocedor de que el espinoso tema de la inflación signaría el ambiente de esta reunión, y ya convencido de que sus especialistas no acaban de encontrar la solución del problema, haya optado por peguntarles a los santeros reglanos su opinión al respecto.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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