Un artículo del diario Página 12 manifiesta que a los tremendos problemas que enfrenta Brasil como la tragedia ambiental, el caos social y la activa campaña anti-vacuna, se sumó el racismo estructural que refleja el grado de violencia y el odio esparcido por la sociedad del gigante sudamericano.
El texto relata que la noche del 24 de enero, el joven congolés Moise Kabagambe fue hasta el boliche donde trabajaba, instalado en la playa de Barra da Tijuca, para cobrar los cuarenta dólares de dos jornadas de trabajo. Sin embargo, fue agredido por dos empleados del local, uno el gerente, y por un tercer hombre que trabaja en el boliche vecino. Fue literalmente molido a palos con un bate de béisbol y trozos de madera pesada. Quedó tirado en el piso y con varias fracturas en el cuerpo, lo ataron de pies y manos.
Una mujer que se encontraba en el local pidió ayuda a dos guardias municipales. Ni se movieron porque sabían que tanto el boliche en que Moise fue roto a golpes como el vecino, pertenecen a policías militares.
Página 12 describe que «no es, para nada, un caso raro de violencia contra negros en Brasil. Al contrario, es parte de la rutina bárbara».
El gran impacto registrado esta vez fue causado por la difusión de las imágenes de las cámaras de seguridad mostrando las agresiones brutales, y por tratarse de un refugiado cuya familia abandonó su país para huir precisamente de la violencia.
«El brutal asesinato de Moise expuso la precariedad enfrentada por los refugiados africanos en Brasil. Además del racismo, padecen del desprecio por su origen. Muchos inmigrantes africanos cuentan con estudios superiores y títulos de doctor, son políglotas, pero no encuentran trabajo y terminan por aceptar cualquier función, hasta cargar piedras, con tal de mantener a sus familias», detalla el texto.
Según el texto, son alarmantes los casos de negros agredidos y muertos. De los muertos por las fuerzas policiales en Brasil, el 73 % son negros. Cada 23 minutos, un negro muere de manera violenta a manos de las fuerzas de seguridad.
Al respecto de este hecho, el destacado intelectual cubano, Víctor Fowler, escribió en su perfil en Facebook que «además de leer la noticia, es bueno llevarla al espacio público: pensar, debatir, hacer algo imaginativo, productivo, que abra diálogos a propósito de este horror y -sobre todo- más allá de él. No solo conformarnos con saber que algo espantoso sucedió. ¡Qué no se repita!».