Cada Bienal se dedicaba a diferentes temáticas de la creación artístico-literaria de Ada.
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“La poesía es el cañón de la ternura. En sus rincones anidan las estrellas y los actos cotidianos. Pero el poeta debe serlo, en primer lugar, en la vida misma. Creo poeta a todo ser que reconoce el privilegio de vivir y siente, por tanto, la deuda de pagar el aire que respira (…) La poesía viola, transgrede, desnuda, y a los infractores no se les recibe con aplausos. Lo importante es que en esas alas viaje la verdad”
Ada Elba Pérez
En Jarahueca todavía se le recuerda entre sus calles, jugando al aire libre y convirtiendo cada compañía en inspiración. A pesar del golpe demoledor de los años, Ada Elba Pérez, poetisa, compositora, artista de la plástica, profesora y promotora cultural, transita cada recodo de su infancia, y se le ve en busca de personajes y escenografías para sus canciones, o encima de cualquier escenario para matizar los actos culturales en este pedazo de tierra del norte espirituano.
Mas, en el mundo real Ada no está. Un día gris de julio de 1992 partió hacia un viaje definitivo sin tiempo para despedirse de Jarahueca, ese lugar que nutrió durante 30 años su obra creativa. Fue entonces cuando vio la luz la Bienal Identidad: Jornada de homenaje a Ada Elba Pérez, un evento fruto del cariño de sus coterráneos, que cada dos años invitaba a promover la obra artístico-literaria de esta joven intelectual.
Por ello, cada septiembre, en honor al cumpleaños de la artista, este recóndito paraje de la geografía yaguajayense era tocado por la magia de Ada. Las calles, esas que se hacen más anchas de lo que son, disfrutaban lo mismo de su prosa fina y su poesía encantadora que de sus canciones pintorescas. Así, el quehacer de esta hija ilustre de Jarahueca viajó en la voz de los pueblos más cercanos, e incluso, más allá de sus fronteras.
Sin embargo, pasó el tiempo y el encuentro comenzó a desdoblarse, como a veces se desdoblan los objetos ante una vista cansada. Y a ratos Jarahueca temía. Temía por su ausencia y por dejar escurrir un certamen que desarrollaba la mente y el espíritu de forma sana.
UNA BIENAL LLAMADA IDENTIDAD
Cuando apenas habían transcurrido dos meses de la partida física de Ada Elba Pérez, su amigo, el poeta venezolano Edy Rafael Pérez, conmocionado ante el vacío, propuso hacer una lectura de poesía en Jarahueca que homenajeara a esta “guajira deslumbrada”. De inmediato se sumaron otros que llegaron para encumbrar la figura de quien se había quedado allí precisamente.
“Esta fue la primera idea. Sin embargo, en ese propio momento el entonces director provincial de Cultura, Carlos Sotolongo, de conjunto con la hermana de Ada apostaron por crear un evento mucho más grande, dedicado a recordar a la autora de canciones infantiles como El cangrejo Alejo, Señor Arcoíris, Ana la campana, El trencito y la hormiga, El vendedor de asombros y Estela, granito de canela, entre otras.
“Apareció así, en 1997, la primera Bienal Identidad: Jornada de homenaje a Ada Elba Pérez, un encuentro eminentemente comunitario porque era el pueblo de Jarahueca el que convocaba, y que abrió las puertas de sus casas de forma desinteresada para que los participantes, tanto extranjeros como nacionales, se hospedaran allí como una familia más”, cuenta Martha Julia Hernández Camellón, la abeja reina del Taller Teatral La Colmenita de Jarahueca.
Y es que Ada lo merecía. A pesar de su breve tránsito por este mundo, dejó sólidas huellas en la literatura, la música y las artes visuales, en tanto devino una de las más destacadas instructoras de arte y promotoras del Movimiento de Artistas Aficionados. Dichas aristas de su formación se tejían durante el certamen y se esparcían como pólvora por cada rincón del poblado.
“La Bienal es, y no renuncio a hablar en presente, una vivencia extraordinaria, una fiesta de solidaridad, de cultura, de entrega… que conmovía a los asistentes” manifiesta su hermana Olga Lidia, también destacada poetisa, narradora, traductora y periodista, quien alega que gracias a este acontecimiento los habitantes de la comunidad crearon relaciones de amistad, de respeto y cariño, que aún prevalecen.
Bien lo sabe Edelmis Miteff Ortiz, quien recuerda el evento “con mucha nostalgia, con dolor porque no lo vemos, con alegría porque había muchas personas que nos hacían vivir, hacían vivir a Jarahueca”.
Eso sin contar que de la Bienal Identidad emergieron el Taller Teatral La Colmenita y el Taller Emparchando Sueños. El primero sobrevive, mientras que el segundo dejó de respirar. Una suerte a la cual parece estar predestinado el encuentro que ensalza la obra artística de Ada Elba Pérez.
TRAVESÍA
Cuatro años han pasado desde que Jarahueca vio por última vez la Bienal Identidad. Y a pesar de las escasas opciones que se han gestado para rescatarla en estos últimos tiempos, Jarahueca sabe que no puede separarse de ella. Debe obrar. Tiene que hacerlo inmediatamente.
Desde el 2017 el certamen se ha visto atrapado entre la crisis coyuntural, el paso de fenómenos naturales como el ciclón Irma que atravesó el municipio, además del complejo escenario epidemiológico provocado por la covid, del cual no ha escapado ni uno solo de los confines del norte espirituano. Sin embargo, entre esta madeja de cuestiones objetivas, también ha habido espacio para la dejadez de las organizaciones pertinentes.
“El evento dejó de tener el apoyo que necesitaba. Si bien es cierto que tenía un carácter comunitario, no podía estar solo con la Casa de Cultura de la localidad. Hubo muchos detractores de la Bienal, sentíamos que no teníamos el respaldo de instituciones culturales, de personas, de directivos…”, confiesa Hernández Camellón.
Una verdad que corrobora Olga Lidia, para quien “las últimas ediciones del encuentro se han visto lastradas por situaciones esperadas y, en otras ocasiones, porque las instalaciones culturales correspondientes no han hecho todo lo necesario por salvarla”.
De un lado a otro se avizoran riesgos con la pérdida de esta tradición. Y es que con ella se estimulaba la vida sociocultural no solo de la comunidad de Jarahueca, sino de las aledañas al territorio yaguajayense. Así lo atestigua María Delia Cepeda Pérez, para quien la desaparición de la Bienal Identidad ha espoleado sus instintos investigativos.
“Estoy realizando mi tesis de maestría sobre el impacto de la desaparición de la Bienal Identidad y, una vez adentrada en este mundo, he podido constatar cómo la ausencia del evento hace que en las nuevas generaciones, por ejemplo, exista un desconocimiento total de la obra de Ada, además de que se ha incrementado el índice delictivo en la zona, pues ya no están las acciones del proyecto que integraba a todos los individuos”, asevera Cepeda Pérez.
“La organización de la Bienal, en el último año y medio, ha tropezado con la presencia de la covid, escenario que limitó la realización de la totalidad de los eventos culturales del territorio, así como con las limitaciones de presupuesto”, precisa Yoan Rios Carmenate, director municipal de Cultura y Arte en Yaguajay.
“Poco a poco se ha extinguido en la localidad el amor por la literatura, por el arte, por la cultura en general”, apunta la promotora de La Colmenita de Jarahueca, a quien se le suma Julia Hernández Correa, una de las personas que abrigaron en su vivienda a varios participantes de la Bienal: “No es justo que se pierda este encuentro, porque le hace mucha falta al pueblo”.
APREMIOS
Rosa María Claro Torres tiene 57 años y no olvida los días de la Bienal Identidad. Cada septiembre abría las puertas de su hogar para dar la bienvenida a cuanto artista foráneo llegaba a estos predios para alimentar su espíritu. Cultura y arte sobraban en estos caminos empolvados de Jarahueca, como tributo a quien moldeó sus fantasías en piedra, acordes y poemas.
“Mis hijas tuvieron una bella infancia gracias a la Bienal”, alude Torres Claro, quien no pierde las esperanzas de que un día vuelva a estar Ada Elba Pérez entre sus hermanos de ahora, revoloteando como la mariposa que siempre fue, en esta travesía mágica que renueva su juvenil e inmarcesible legado.
Mas, no es festinado afirmar que poco se ha hecho en Yaguajay para rescatar un encuentro que apuesta por preservar los valores de la identidad local y la obra de la creadora, a quien se recordaba a través de acciones similares a las que ella amaba realizar. Lo confirma Martha Julia, quien ha dedicado su vida misma a impulsar la cultura en el terruño.
“No veo un interés por recuperar la Bienal”, agrega y, al mismo tiempo, reconoce que “en el pueblo sí hay deseos de hacer, la gente pregunta por el evento y está dispuesta a entregarse como lo hacía antes”.
“El proyecto vive y se debe rescatar como sea. Perderlo es un crimen. Deben existir más eventos culturales comunitarios como este, que hagan vivir a estos poblados, pues resultan necesarios para seguir respirando”, concluye Olga Lidia.
Ante esta verdad de Perogrullo, las autoridades del sector de la Cultura en la geografía yaguajayense intentarán retomar esta cita. Tanto es así que, al decir de Rios Carmenate, ya se incluye dentro del plan de eventos que prevé recuperar el municipio.
“En Yaguajay tenemos hasta el momento toda la plantilla cubierta en las seis Casas de Cultura que posee el territorio. De ahí que el talento artístico del que disponemos será aprovechado, sin dudas, para apoyar la realización de las venideras bienales”, puntualiza el propio Yoan.
Y mientras se tejen las susodichas alternativas, Jarahueca adorará tener de vuelta su Bienal Identidad y, con ella, estará Ada Elba Pérez entre sus paisajes, sus colores, la sencillez y el candor de sus pobladores. Estará allí, silenciosa, convirtiendo cada compañía en inspiración.