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Cubahora
Imaginémoslos, a él y a ella, con medio mundo de distancia. El exilio, la tuberculosis, la Revolución con mayúsculas aun desde su engendro. Corre 1931. Asela logra entrar a Rusia. Lo cuida. Varias cartas suyas ha recibido en los últimos años donde la muerte, su incorregible sombra, se anuncia casi a llantos desde las letras. Moscú es muy frío.
Para finales de año, ella retorna a Cuba y él… allá queda. Cuatro meses pasan, es febrero del 32, Asela descubre su embarazo y algunos “camaradas” del Partido ponen en duda su honra, su fidelidad. Qué asco la distancia y…
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“¡Qué asco [le escribe Rubén] y qué desencanto producen esos rencores personales, esos miserables enredos, esas acusaciones sucias de que me hablas! ¡Y estar yo tan lejos de ti! […] Debes poner solo en claro la acusación rufianesca […] y decir que en cuanto a tu vida —en tanto no atente contra los intereses del Partido— es absolutamente libre y como comunista aclarar —y tu marido te lo reconoce— el derecho de acostarte con quien se te antoje. Nuestra moral no es la moral de...