En 1987 surgió la Steel Band de El Cobre, a partir del contexto gremial minero y con el aliento de los intelectuales Joel James y Julio Corbea. Ahora, más de tres décadas después, enaltece la cultura de ese emblemático poblado cubano de altos valores en la minería, la religión y el enfrentamiento a la esclavitud, de acuerdo con estudios recientemente publicados por el director de la Casa del Caribe, Orlando Vergés.
De acuerdo con información de Prensa Latina (PL), en sus apuntes para una historia de la agrupación, Vergés destaca que los antecedentes de la Steel Band se ubican en aquel especial y alternativo tipo de música que se generaba entre los obreros ligados a la extracción y procesamiento del petróleo y sus derivados, que tenían lugar principalmente en Trinidad y Tobago, práctica que más tarde se extendió a la Guyana inglesa y Jamaica.
Esa manifestación de hondo arraigo popular, como destaca PL, resultante de los sonidos extraídos de los hierros contra los hierros, los martillos y otros instrumentos propios de la minería, junto al rítmico golpeo de las defensas o parachoques de los vehículos y de barriles de láminas de acero, constituía una forma de pasar los ratos de ocio en los barrios populares.
Vergés agrega que a partir de los vínculos establecidos desde 1981 con el Festival del Caribe se conocieron con mayor alcance y profundidad los matices de la cultura popular tradicional de los pueblos de la región y entre ellos, los referidos a esas formaciones musicales. Junto al Cabildo, El Cimarrón y el Coro Voces del Milagro, la Steel Band de El Cobre, es considerada por el estudioso como uno de sus colectivos insignes.
La valía de los músicos de esa institución —donde ejercen su magnetismo la iglesia de la Virgen de la Caridad, el Monumento al Cimarrón y la más antigua mina de cobre en América Latina— quedó reflejada en su reciente participación en el Festival Cervantino en México.