Por estos días la COVID-19 vuelve a acaparar los titulares de Pinar del Río, en los diferentes medios de comunicación. Por lo general, cuando alguien enferma de COVID-19, detrás del hecho está un descuido, el exceso de estrés, -que hace fallar a cualquiera- o la irresponsabilidad.
Hasta el momento, las variantes del nuevo coronavirus no actúan con efecto inmediato. Sería más fácil si las cosas ocurrieran al estilo de un filme de zombis: mordido y transformado en 10 minutos. Por eso quien enferma, se convierte literalmente en una bomba andante. Y sin proponérselo, esparce el virus entre las personas que ama, y las que no.
Los casos en alza indican que el concepto de, Nueva Normalidad fue literalmente tomado por los pelos. Hoy sabemos que, por mucho tiempo, normal no será nada; el mundo cambió definitivamente, no volverá a ser como antes y nosotros no somos una excepción.
Analizar el escenario es importante, y en este punto hemos de coincidir en términos como, multitud, masividad y aglomeración. ¡Cierto! fueron dos años de enclaustramiento, que no pudieron evitar el golpe fatal de la COVID-19.
Si fuera posible que los humanos no tropezáramos dos, tres, cien veces con la misma piedra, comprenderíamos que, las actuales circunstancias dieron un respiro, pero no son propicias para reunir un número ilimitado de personas en un recinto, -abierto o cerrado- activar la discoteca del barrio a plena capacidad, viajar con el ómnibus hasta el tope o llenar un teatro sin dejar asientos por medio.
O puede que sí, que pudiéramos hacerlo, si las personas tuvieran una conciencia social tan alta que les indicara mantener- sin necesidad de policías e inspectores- el distanciamiento, la mascarilla en el rostro, el desinfectante en el bolsillo trasero de los jeans y los besos y abrazos guardados para una próxima etapa de la normalidad.
COVID-19 sigue en los titulares de Pinar del Río
En lugar de eso, solemos hacer lo contrario: diez beben del mismo vaso, las máscaras cual pañuelos, secan el sudor; hay besitos, besotes y súper besos, y el saludo del puño ya fue sustituido por la mano sudorosa, posiblemente repleta de la covid19.
Y si cada uno, después marchara a casa y se encerrara como medida de seguridad, estaría bien el aquelarre. Pero sucede- vuelve a suceder- que los chicos y las chicas estudian, van a clases, atienden al público en establecimientos, intercambian objetos, de ese modo terminan contagiados con la COVID-19 los que no fueron al convite, los que piensan que ya todo está bien y los que relajaron la defensa después de 24 meses de tensión.
Por tales dinámicas el país sufrió lo peor de la pandemia durante los meses de agosto y septiembre, aún con las medidas más drásticas entonces.
Buscando en la prensa nacional encontré datos que han de llamar a la reflexión, no solo a los ciudadanos, también a las autoridades de cada territorio. En La Habana, durante el 2020, el estado erogó más de 125 millones de pesos. A estas partidas se sumaron 10 millones en medicamentos, tres en lencería, aseo y limpieza, 65 millones de pesos en gastos de personal y prestaciones de trabajadores asociados a la covid19, 13 millones en transportación y dos en prestaciones de la asistencia social. Sabemos multiplicar; hagámoslo por dos años y por todo un país…
En Pinar del Río hasta el cierre 29 de diciembre se encontraban ingresados para vigilancia clínica epidemiológica 259 pacientes, de ellos: sospechosos 96 y confirmados activos 163. Al cierre de la información se identificaron 788 contactos. Desde el seis de octubre hasta la fecha, se acumulan 95 636 altas, en el día egresaron 11 pacientes.
Son tiempos diferentes y hemos de aprender a vivir de un modo diferente. Ojalá llegue pronto el día en el que la COVID-19 deje de estar en los titulares de Pinar del Río.
Tomo las palabras de una seguidora en las redes sociales para culminar: “la responsabilidad individual decide esta batalla, el Estado ha hecho lo que le correspondía y mucho más, ahora nos toca a todos y cada uno de nosotros hacer lo nuestro”.