En Estados Unidos y otros países se lanzan cada día globos meteorológicos para conseguir valores de la temperatura, la presión y la humedad del aire a través de la atmósfera terrestre. Y no solo eso; también para saber de dónde y a cuánto está soplando el viento en la altura.
La radiosonda es el aparato que, con sensores y un transmisor de radio, va atado mediante un cordel al globo lleno de helio. Este, a medida que asciende, registra temperaturas extremadamente frías, humedad relativa de 0-100 por ciento, y puede encontrar velocidades de viento de más de 320 kilómetros por hora. El transmisor envía los datos a tierra a intervalos regulares.
Ese globo aerostático, al subir e ir alcanzando presiones más bajas explota y… se acabó el sondeo.
Los datos que proporcionan las radiosondas son valiosos para los predictores y los investigadores. ¿Has oído hablar de los modelos de computadora, como el americano y el canadiense? Pues bien, esos modelos numéricos de predicción, por los cuales se guían los expertos de Casablanca, en La Habana, para revelar que puede llover o que hará frío, absorben la información obtenida durante los radiosondeos.