Cuando Silvio Rodríguez, acompañado de Vicente Feliú, llegó a Sa Da Bandeira (actual Lubango), Huila, sede de la jefatura de la Agrupación de Tropas del Sur, en junio de 1976, llevaban ya tiempo en el país. Habían estado en Luanda, Huambo, el Frente Norte, en Cabinda y en otros sitios donde había tropas cubanas y angolanas en operaciones.
Recorrieron largas distancias; en Angola cualquier lugar está lejos: por ejemplo, Maquela Do Zombo, en el norte, casi fronterizo con Zaire, donde Silvio compuso la canción Pioneros: (…) Fui papá de un pionero de guerra / aquí / en esta tierra / cantándole al sol (…) está a más de 1 000 kilómetros de donde se encontraban ahora en el sur y a 1 500 kilómetros de Cabinda, antes visitada por ellos, enclave angolano entre el Congo Brazaville y Zaire.
Siguiendo un programa, Silvio y Vicente, y también Lázaro García, trovador cienfueguero, quien se les unió proveniente de un regimiento LCB, integraron una brigada, junto a Toni Pinelli y Los Cañas, el mago santiaguero José Álvarez Aira y realizaron actividades conjuntas.
Durante la Operación Carlota no fueron pocos los artistas y escritores cubanos que expresaron su solidaridad con Angola: cineastas, poetas, agrupaciones teatrales y musicales y solistas, entre otros; Sergio Corrieri y el grupo Escambray, Elio Revé y su orquesta, el Conjunto Artístico de las FAR, Beatriz Márquez, Ela Calvo, Rosalía Arnáez, Jorge Fuentes (cineasta y poeta), Joel James (investigador y ensayista), Justo Esteban Estevanell (dramaturgo) y muchísimos más.
En el sur, Silvio y sus acompañantes comenzaron a moverse por unidades de la costa atlántica: Lobito, Benguela y Mozámedes y en el interior del Frente, en Cahama y Chibemba y también en Matala, por la cuenca del Cunene. No solo cantaban y actuaban, sino también dialogaban mucho con los combatientes angolanos y cubanos y compartían con ellos el rancho, los riesgos y la suerte en aquella contienda.
UNA GRABACIÓN EN CAMPAÑA
Hubo una actuación programada que no se pudo realizar y, sin posibilidad de reprogramarla, surgió la idea de hacer una grabación especial para posteriormente hacerla llegar a los combatientes. Silvio se encerró con su guitarra y una grabadora, escogió las canciones y las presentó diciendo que esta grabación está dedicada a los compañeros de las FAR y de las Fapla que han compartido en Angola las victorias, las tristezas, en fin, subrayaba, los embates de esta guerra.
Comenzó con la canción compuesta para conmemorar la victoria de Girón: (…) Delante de la columna al frente, / donde ha viajado siempre / la mira del fusil, / que hable la fértil puntería, / que esa garganta envía / mi forma de vivir (…)
Le siguió El Mayor, compuesta para conmemorar el centenario de la caída en combate del mayor general Ignacio Agramonte y Loynaz: (…) Mortales ingredientes armaron al Mayor / luz de terrateniente y de Revolución (…).
La canción del elegido la presentó exponiendo que estaba dedicada a Abel Santa María: (…) Nació de una tormenta, / en el sol de una noche, / el penúltimo mes (…).
Seguidamente De la ausencia y de ti y la dedica a Velia, compuesta en 1969 y que parecía hecha para aquellos momentos que vivíamos en Angola: (…) Hoy hablo de fusiles, despidiendo muertos / yo sé que ella me ama / (…) / Las ideas son balas / hoy día, y no puedo / usar flores por ti (…).
Las tres restantes fueron compuestas durante la campaña angolana, son canciones de combate, conmovedoramente humanas y de extraordinaria hermosura, que producían en el auditorio cubano, a miles de kilómetros de la Patria y en aquellos momentos de extremas tensiones y peligros, sentimientos y emociones profundamente hondos.
Los sentimientos que experimentábamos los hombres que las escuchábamos eran indescriptibles. Hoy todavía, cuando las escuchamos, nos invaden los recuerdos y la nostalgia de aquellos días ya muy lejanos.
Al cantar Aceituna, dijo que la había compuesto en Cabinda, cuando un compañero un día comiendo aceitunas, el olor y el gusto de estas le recordó los de una mujer: (…) Tus piernas, de tres a seis de la tarde, / en la memoria de pronto me arden (…).
Este compañero, por supuesto, estaba delirando, afirmaba, producto de la ausencia femenina, que en gran medida, más o menos, todos hemos padecido aquí en Angola.
A continuación seguía la dedicada a los pioneros angolanos y que su autor definía como «una canción de combatiente, una canción de padre».
CUANDO ELEGIMOS EL RUMBO / BAJO LA ESTRELLA DEL CHE
Para finalizar la grabación escogió Canción de cualquier soldado: (…) Si caigo en el camino / como puede suceder, / que siga el canto mi amigo, / cumpliendo con su deber (…).
Compuesta en Cabinda el día en que cayó el comandante Ciro Berrios (instructor político), dedicada, dijo Silvio, a todos los compañeros que han caído, angolanos y cubanos, aquí en esta justa guerra, y añadía: «Pero es una canción dedicada a cualquier soldado, porque la suerte de los que han caído es la posible suerte de cualquier soldado. Por eso esta canción se llama Canción de cualquier soldado».
Tiempo después el soldado trovador le cambió el título por el de Canción para mi soldado. Se entiende la razón para este cambio, la obra de Silvio es universal y no puede haber en ella errores de interpretación.
Su canción no es «para cualquier soldado» sino, «para el mío», el soldado revolucionario, el patriota, el Fapla, el internacionalista. Cuando la compuso, allá en Angola, no había margen para que alguien la interpretara equivocadamente.
Al decir, «cualquier soldado», estaba diciendo que cualquiera, desde el Comandante hasta el último soldado de la fila, estaba corriendo el mismo riesgo de caer en la guerra, y que la suerte de un jefe es la suerte de un simple combatiente o viceversa.
En fin, era la suerte de cualquiera, solo en ese sentido era aquel título inicial: (…) Si caigo en el camino, hagan cantar mi fusil / y ensánchele su destino / porque él no debe morir (…) En Angola cayó el primer comandante Raúl Díaz Argüelles, quien fuera fundador y primer jefe de la Misión Militar Cubana en ese país en guerra, (invadida por dos Estados, Sudáfrica y Zaire, y mercenarios extranjeros y apátridas), Héroe de la República de Cuba, ascendido póstumamente a general de brigada.
También cayó el comandante Arides Estévez (de la Contra Inteligencia Militar) e igualmente otros jefes y oficiales de distintos rangos y cargos, a la par que soldados, reservistas y trabajadores civiles, del mismo modo que otros fueron evacuados gravemente heridos a Cuba, entre ellos, el primer comandante Ramón Espinosa Martín, jefe de una región militar.
Durante la Operación Carlota, 2 289 cubanos no sobrevivieron para ver la victoria. «Ellos figurarán siempre entre los hijos más entrañables de la patria» -diría el General de Ejército, Raúl Castro Ruz-, en La Habana, el 27 de mayo de 1991, en el acto central por la culminación de la Operación Carlota.
Ya después de grabadas las canciones de Silvio, el primer comandante Ulises Rosales del Toro, jefe de la Agrupación de Tropas del Sur, sugirió la idea de que, en la otra cara del casete se incluyera música angolana, atendiendo a que cubanos y faplas estaban juntos en las operaciones, e incluso, propuso algunos números.
Y así fue como junto al Himno Nacional Angolano, en versiones cantada e instrumental, y canciones como Volodia, Comandante Gika, Tatá Mucuchi Agosthino Neto y otras se incluyeron en el casete. Se reprodujeron varias copias para los regimientos y estos a su vez para sus pequeñas unidades.
De ese modo durante los traslados de tropas, en convoyes de trenes, en las largas y pesadas caravanas de camiones y trasportadores blindados, en los campamentos y “kimbos” (chozas de los pequeños poblados), durante las operaciones en plena «mata» (selva), se escuchaban las canciones. En esa época del año en que nos encontrábamos, era la estación de invierno en el hemisferio sur. Y en la región donde se operaba, durante el día, las temperaturas eran de 6 y 8 grados centígrados y en la madrugada y al amanecer, podían bajar y de hecho bajaban a cero y hasta uno y dos grados bajo cero, disminuyendo cada vez más, en la medida que se bajaba más en dirección sur.
Era frecuente entonces que los combatientes, cuando vivaqueban o hacían el rancho, siempre en torno a una «foguera», estuvieran acompañados de aquellas grabaciones escogidas de música angolana:
MPLA de la revolution de la Angolá / forza armé, populé, de la liberazaon de la Angolá Faplá / Oye, oye, Angola liberté… y de las canciones de Silvio: Nadie se va a morir menos ahora / que el canto de la patria es nuestro canto…
Por estos días vuelven al recuerdo aquellas jornadas de cultura y combate inolvidables en la hermosa tierra angolana, en la que también Vicente Feliú fue soldado y su guitarra fusil y nos trae al presente su prosa convertida en canción inmortal: «Créeme que soy feliz abriendo una trinchera».
EN FOTOGRAFÍAS, MOMENTOS DEL HOMENAJE A VICENTE FELIÚ
«HOMENAJE A UN GUERRERO MAYOR»
Fotos: Iván Soca Pascual
Tomadas de su muro de Facebook
