La doctora Lisbet Peraza Gutierrez recorre hoy día la sala de Neonatología del hospital Ángel Arturo Aballí, en La Habana, lleva consigo recuerdos de aquellos momentos difíciles en que crecía la cifra de recién nacidos enfermos de COVID-19. Ahora observa a los niños satisfecha, al no ver a ningún recién nacido luchando por la vida a causa de la pandemia.
Lisbet es mi vecina y un poco parte de mi familia. Durante más de 20 años la he visto pasar con uniformes escolares hasta llegar a la bata de médico. Su historia, de tan común, se ha vuelto extraordinaria.
Estudió Enfermería, Medicina, alcanzó las especialidades de Médico General Integral y más recientemente de Neonatología. Estuvo en la zona roja, enfermó de COVID-19, lo superó, regresó a la zona roja y allí está en su hospital que desde mediados de octubre pasó a la nueva normalidad.
¿Cuál fue su camino hasta la carrera de Medicina?
_ Mis padres son estomatólogos y de alguna manera estuve vinculada a esta disciplina desde que nací. Comencé a estudiar Licenciatura en Enfermería en el año 2000, posteriormente hice el cambio de carrera para Medicina y terminé en el 2009 con Título de oro, hice la Especialidad de Medicina General Integral, y luego pasé a estudiar Neonatología en el Hospital Nacional Enrique Cabrera. Desde el 2015 trabajo como Neonatóloga en el Hospital Angel Arturo Aballí, donde sigo aún.
“Un grupo de los graduados con Título de oro fuimos seleccionados para una misión internacionalista en Venezuela, para luego comenzar la especialidad escogida, pero estaba embarazada y no pude ir a Venezuela, entonces me permitieron incorporarme a estudiar la segunda especialidad.
“Desde estudiante me gustó mucho la pediatría y cuando pasamos por Neonatología supe que esa era mi especialidad. La relación con los pequeñitos, develar el misterio de comunicarme con ellos, me atrapó. Tuve muy buenos maestros, entre ellos destaco al profesor Pablo Duperval, quien influyó en mi decisión.
“Duperval me mostró el maravilloso mundo de los recién nacidos. Pienso que es una especialidad sacrificada, pero ofrece muchas gratificaciones. No tenemos fin de semana, días feriados… Legamos a la casa y seguimos llamando al servicio para saber si el niñito que dejamos mal, ha mejorado. Mis hijas a veces me reclaman porque consideran que no tengo para ellas todo el tiempo que exigen, sé que cuando crezcan lo entenderán mejor.
_ ¿Qué significa para ti un recién nacido?
_ Los recién nacidos son unas personitas muy fuertes que están iniciando su vida, no hablan, pero tiene un lenguaje corporal interesantísimo. Nos dan señales, nos avisan cuando están enfermos, cuando mejoran, ellos aguantan lo que un adulto no resiste, tienen un poder de recuperación increíble. Los niños, en general, son especiales, pero los recién nacidos son algo superior.
“Los libros te enseñan muchas cosas, te dan herramientas para saber desde la clínica sobre el paciente, pero lo que te da el día a día junto ellos es la verdadera escuela para poderlos entender y tratar. Entre nosotros tenemos una expresión: “tiene cara de niño enfermo”, de verlos sabemos por dónde comenzar”
_ El hospital donde trabajas fue centro de atención para enfermos de COVID-19 en pediatría, gestantes y recién nacidos. ¿Fue difícil para ti entrar en la zona roja, siendo madre de dos niñas y padeciendo varias comorbilidades?
_ La decisión no fue difícil, estaba decidida, sabía que mi lugar estaba al lado de aquellos niños enfermos que comenzaban a padecer recién llegados al mundo.
“Cuando me proponen trabajar en la zona roja, hice una reunión familiar con mis padres y mi esposo, y el apoyo fue unánime, sabía que estaban preocupados por mí, pero no escuché ni una queja.
“Me dije yo quiero dar mi granito de arena, estar al lado de mis compañeras de guardia que también son madres, y sobre todo para salvar a aquellos niños que habían sido contagiados sin contar con ellos.
“En todo este proceso la familia es muy importante porque trabajas tranquila, confiada de que tus hijos están siendo atendidos. Luego te apoyan cuando llegas a la casa, y eso es importante para cualquier médico en cualquier circunstancia”
_ ¿Cómo fueron aquellos días de angustias en medio del rebrote de la enfermedad?
-Fue duro ver al llegar a la guardia cada vez más niños infectados y cada vez más pequeños.
“La lucha fue continúa, apenas tuvimos descanso, pero tenemos la satisfacción de que no quedó un niño ingresado sin toda la atención y cuidados requeridos. Tuvimos casos críticos y graves, no obstante, todos sobrevivieron”
_ ¿Estuviste desde abril a octubre en la zona roja?
_ Estuve unos días fuera porque me contagié de la COVID-19, me recuperé y volví a la tarea hasta que el hospital retomó sus actividades habituales.
_ ¿Por qué crees que te enfermaste de COVID- 19?
_ Seguí todos los protocolos y cuidados en la zona roja, pero evidentemente tuve un descuido, que pudo ser en cualquier otro lugar, porque me contagié.
_ ¿Cómo se explica que ningún miembro de tu familia padeciera de COVID-19, estando tú en zona roja y también enferma?
_ Es que si adoptas todas las medidas higiénico-sanitarias recomendadas, no te enfermas. Es importante asumir que los niños -de cualquier edad- deben aislarse y estar con el mayor rigor, pues no tienen conciencia de protocolos a seguir. Hay que velar por los pequeños, ser muy estrictos en su cuidado.
“Yo tuve la suerte de contar con una retaguardia de lujo, pues mis padres son estomatólogos con conocimientos de cómo aplicar las reglas sanitarias; mi esposo es médico, miembro de la Brigada Henry Reeve, ha cumplido varias misiones en zonas de pandemias y desastres, estuvo en la brigada que luchó contra el ébola en África.
“Ellos sabían cómo hacer. Cuando llegaba de una guardia me despojaba de la ropa, me bañaba y desinfectaba y no dejé que las niñas se me acercaran en ese tiempo, para ellas también fue difícil”.
_ A mi modo de ver hubo demasiados recién nacidos con COVID-19. ¿Cómo se contagia un bebé que se supone debe estar en un ambiente aséptico?
_ La única respuesta está en la responsabilidad de los padres y de las personas que rodean a ese niño.
-¿Qué ha significado para ti en lo personal y en lo profesional esta etapa de Pandemia? ¿Qué has aprendido?
_Nos enfrentamos a una enfermedad nueva para el mundo, a una pandemia que ha ocasionado mucho sufrimiento. Han fallecido personas muy valiosas, de todos los estratos sociales, de cualquier edad, y la falta de cada uno de ellos ha llevado la tristeza a muchos hogares.
“Si nos referimos a los recién nacidos creo que es mucho más doloroso, pues como dice esa frase tan escuchada: tienen toda una vida por delante, y apenas se pueden defender.
“Con estos pequeños hay que desbordar sensibilidad, aunque considero que es esa una premisa para cualquier médico, en sentido general.
“Este padecimiento ha sido traumático para todos, para quienes enfermaron y para quienes escaparon. Cada día aprendí con el comportamiento de los neonatos, con sus reacciones ante la dolencia, comprobamos cómo los protocolos clínicos se ajustaban a la realidad. Una jornada de trabajo dejaba en mí una enorme enseñanza en lo profesional y en lo personal.
“Creo haber aprendido y aprehendido, que la vida es bella y debemos luchar por preservarla con optimismo.
_ ¿Has cumplido misión internacionalista?
_No, pero haberme enfrentado a la COVID ha sido la más grande misión que he cumplido en mi vida; una experiencia inolvidable, crecí como médico y como ser humano. Creo tener la capacidad de dar más amor, ser mejor madre, mejor hija, mejor esposa, mejor ser humano. Eso es lo que me ha dejado la gran escuela de la COVID-19, sin pensar que he hecho nada especial. Millones como yo en el mundo han dado hasta su vida. Hice lo que me tocaba en medio de mi actuar cotidiano y sinceramente considero que no es nada extraordinario.