Eran desconocidos, un grupo diverso que se acercaba. Sintió miedo, a veces cuando andan como en manada suelen ser crueles, lanzar piedras, ser verdaderamente molestos. Pero estos no, lo llamaban a él, y disponían en un plato improvisado un poco de alimento. Dubitativo se acercó, olió y probó la primera comida decente de la semana. Tomó bocados grandes, con prisa, mirando a los lados, por si alguien intentaba robarle lo que ya era suyo. Ellos observaban, podría decirse que complacidos. Al terminar volvió la mirada hacia sus benefactores y movió la cola en señal de agradecimiento.
Familia en Cuba saca partido al biogás y promueve sus ventajas
Los educadores Iris Mejías y su esposo Alexis García, ya jubilado, junto al biodigestor de geomembrana que desde diciembre de 2023 aporta unos cuatro metros