A un arquitecto tal vez lo requieras una vez en la vida. Con algo de salud, asistirás al médico dos o tres ocasiones en el año. La barbería o la peluquería la visitarás, quizás, un día al mes. Pero al ingeniero agrónomo, al campesino que le conoce los secretos a la tierra para hacerla producir, lo necesitas, al menos, tres veces al día en la comida de tu mesa.