Cuba inscribió para la historia a este lunes como el día del porvenir y la esperanza. Una pequeña isla caribeña lo hizo, no con el dinero de los grandes bancos ni con acaudaladas transnacionales, sino con la obra de su pueblo. Para ponerle nombre, está hecho en Revolución.
Controló la pandemia y se enfrentó al recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos, más sus 243 medidas bipartidistas, destinadas a asfixiar, a hacer ingobernable a un país. Se ensañaron, pero pudo más el amor y la paz que nacen de cubanas y cubanos para hacer la Patria.
A las aulas llegaron este lunes los científicos, médicos, ingenieros, maestros, arquitectos, intelectuales y artistas, oficiales y obreros del futuro. Un día como ayer Dagmar, Vérez, Marta, Tania o Yury, y otros tantos investigadores que, con Soberana, Abdala y Mambisa, salvan a Cuba y al mundo; o los eléctricos que se han batido para que no falte la electricidad; los soldados y oficiales que transportaron el oxígeno, o el médico que no se despegó del paciente y sufrió como suya cada pérdida, se sentaron en los mismos pupitres que nuestras niñas y niños.
Pero este lunes es también de victoria, y de homenaje a los hacedores de tanta alegría. Bastaría solo pensar en el embrión de los más de un millón de universitarios cubanos: la Campaña de Alfabetización de 1961, para saludar a Fidel y a Raúl.
En el día de la esperanza llegaron, otra vez, los turistas, pese a las campañas difamatorias. Escogen a este punto insular porque la seguridad los cobija y la hospitalidad los arropa. Lo hacen en más de 400 vuelos semanales, porque a Cuba se le quiere.
A la paz se ha consagrado esta tierra de valientes, esa que nos regala este 15 de noviembre y por la cual no se descuida un ápice su defensa. Si la paz ha de escribirse en verso, Cuba es su poesía.