La Conferencia Cubana de Religiosos y Religiosas (CONCUR) se pronunció sobre la Marcha del 15 de noviembre en la isla y retomó la idea de José Martí de fundar una República “con todos y para el bien de todos”.
“Es el momento de unir voluntades buscando un futuro mejor para todos los cubanos. No es tiempo de unos y de otros, sino de todos los que amamos esta bella tierra. Empecemos YA a abrir caminos para lograr el sueño, aún no alcanzado, de una Patria con todos y para el bien de todos, sin exclusión de ningún tipo. Nos unimos con nuestra plegaria a la Virgen de la Caridad por una Cuba más inclusiva y fraterna”, indicó la CONCUR.
En su mensaje, elogiaron la valentía de laicos, religiosas, sacerdotes y obispos que “han invitado a respetar la libertad de expresión, a evitar toda forma de maltrato o violencia, a generar la paz, a escuchar las insatisfacciones de los más empobrecidos y vulnerables, a promover los cambios que favorezcan una vida digna, a disminuir la tensión social, a revisar los casos y liberar a los muchos detenidos injustamente”.
Los religiosos aseguran en su texto que “el camino nunca puede ser la violencia” y que “la única respuesta para la convivencia es el amor“.
Esta semana la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba se pronunció sobre “el aumento de un clima de tensión y confrontación que no es saludable ni beneficia a nadie” y pidieron un gesto de indulgencia para los detenidos por los acontecimientos del 11 de julio.
Los obispos pidieron que se allanen los caminos del entendimiento, la reconciliación y la paz; de tal modo que las diversas propuestas sobre el destino presente y futuro de Cuba, encuentren un ámbito de cordura, tolerancia y concordia, y se establezca un diálogo armónico y civilizado en el cual se puedan encontrar las mejores soluciones a los problemas que afectan a los cubanos.
En su declaración recordaron los siguientes principios:
– Toda persona merece estima y reconocimiento de su dignidad, por su condición de ser humano e hijo de Dios, por ser ciudadano libre, sujeto de derechos y deberes. En consecuencia, todo cubano debería poder expresar y compartir libremente y con respeto, sus opiniones personales, su pensamiento o sus convicciones, incluso cuando disienta de la mayoría.
– Cualquier acto de violencia entre nosotros, ya sea física, verbal o sicológica, hiere gravemente el alma de la nación cubana y contribuye todavía más al pesar, al sufrimiento y a la tristeza de nuestras familias. Un alma herida no está en condiciones de construir un futuro de esperanza. La violencia contradice la voluntad de Dios, pues Cristo ha asegurado: “Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt. 5,9).
– Consideramos que urge, cada vez más, la implicación de los cubanos en un proyecto de nación que involucre y motive a todos; que tenga en cuenta las diferencias, sin exclusiones ni marginaciones.
– Pensamos que hace falta implementar mecanismos donde, sin temor a intimidación y represalias, toda persona pueda ser escuchada y se encaucen las insatisfacciones ante las duras realidades cotidianas que agobian a tantos, especialmente a los más empobrecidos y vulnerables.
– Es imprescindible la implementación de los cambios necesarios, tan largamente deseados, que favorezcan una vida digna y feliz para todos los hijos, aquí, en esta tierra nuestra.