LA HABANA, Cuba. – Las memorias de Nikita Kruschev, uno de los grandes jefes del socialismo soviético del pasado, fueron llevadas de contrabando a Occidente y publicadas parcialmente en 1970. Sobre la autenticidad del escrito hubo muchas dudas en los primeros momentos, pero quienes conocieron de cerca a Kruschev, más los expertos en temas soviéticos, se han puesto de acuerdo en que fueron dictadas por él en su retiro político, entre los años 1967 y 1971.
A cada paso que se lee, la sorpresa no deja de asaltar al más incrédulo o al más acostumbrado a las intrigas, las mentiras, las purgas estalinistas y la propaganda comunista.
“Pienso que mis memorias serán útiles para los historiadores. Mi esperanza es que caigan en manos de investigadores objetivos, porque fui un contemporáneo y un estrecho colaborador de Stalin. Sé mucho sobre él. Fui testigo de sus políticas de traición y bandolerismo. (…) Con mis propios ojos escuché a Beria contar que Stalin le dijo: ‘Todo está perdido. Tiro la esponja. Lenin nos dejó un estado proletario, y ahora nos han cogido con los pantalones en el suelo y todo se va al diablo’”.
Se supo que Kruschev fue el artífice de varias reformas relativamente liberales, por las que su Partido le retiró el poder en 1964. También fue un actor principal durante la desestalinización parcial de la Unión Soviética. Volvió la vista atrás, lo habló todo, expresó sus opiniones abiertamente, indicó las deficiencias del socialismo y explicó la forma de organizar una sociedad de un modo más armonioso con el fin de que “la gente joven” viviera “un poco mejor que la gente de su tiempo”.
Ya viejo y débil, presumía de buena memoria: “No como el resto de mis camaradas ―dice―, que solo saben sentarse y abrir y cerrar sus bocas como peces fuera del agua”.
Confiesa que apenas leía las historias de sus camaradas sobre la Segunda Guerra Mundial, porque no soportaba tanta falsificación, tanta mentira y tanta autocomplacencia de los antiguos oficiales para salir bien parados, en vez de culpar concretamente a Stalin.
“Mi capacidad de recordar no es demasiado mala para la edad que tengo y he tratado de dar una versión objetiva del período en que fui jefe del Partido y del Gobierno”, asegura en un pasaje.
También se refiere detalladamente a la exploración del cosmos, la bomba H, el camarada Sajarov, la mala política de las viviendas y los alimentos para el pueblo, el chauvinismo de Mao, la Crisis de los Misiles en Cuba y a mucho más.
Todo lo quiere aclarar porque la democracia soviética ―decía― todavía entregaba al pueblo información extremadamente limitada sobre la sociedad. “Para empeorar las cosas, ahora hay gente que encubre la verdadera historia de nuestro Partido y de Stalin, embelleciendo su recuerdo. Si mis argumentos corren en dirección opuesta de la línea favorecida por los historiadores de ahora, no me importa. Dicto mis memorias para los teóricos, para los expertos en política y en economía, que serán capaces de extraer las conclusiones correctas de lo que he dicho. Sacar las conclusiones correctas no es difícil, ya que se encuentran justamente en la superficie. Pero se necesita coraje. Quizás la gente para quien grabo mis memorias todavía no haya nacido. Ahora bien, es posible que sí; quizás sea la generación que ocupe el poder después de la mía, acaso sea la generación que florece justamente ahora. Así lo espero. Si este testimonio de mi larga vida y de mi considerable experiencia política llega a manos de estudiosos objetivos y valientes, estoy convencido de que encontrarán en lo que tengo que decir más de alguna semilla de verdad”.
Leyendo esto es inevitable preguntarse si alguna vez llegará a escribirse la historia verdadera de las atrocidades cometidas por el comunismo cubano. ¿Saldrá a la luz algún día el desprecio que ha demostrado tener este sistema represor por su pueblo? Espero que mis años me alcancen para verlo.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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