LA HABANA, Cuba.- Es evidente que los gobernantes cubanos no se han recuperado del golpetazo que sufrió la delegación de la isla en el pasado campeonato Mundial de Béisbol sub 23, cuando casi la mitad de sus integrantes decidieron permanecer en México, y así romper con la Federación Cubana de ese deporte. Tal estado de desesperación hace que los dirigentes castristas traten de hallar nuevos mecanismos para evitar las deserciones de sus deportistas.
Ya no basta con la maniobra que realizaban cada vez que una delegación de la isla iba a participar en una competencia en el exterior, y que consistía en el abanderamiento de la comitiva como modo de instarlos a que fueran fieles a la maquinaria del poder.
Ahora nuestros deportistas han tenido que firmar un “Libro de la Dignidad”, que según los medios oficialistas “los compromete a cumplir la responsabilidad contraída con la Revolución”. Así sucedió en días pasados en el habanero Memorial José Martí con la delegación cubana que participará en los Juegos Panamericanos Juveniles, que se celebrarán en la ciudad colombiana de Cali a partir del venidero 25 de noviembre.
Ante la presencia del presidente del INDER, Osvaldo Vento Montiller, y funcionarios del Comité Central del Partido Comunista y el Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, el boxeador Luis Francisco Reynoso Valiente, al leer el Juramento de la delegación, expresó que “seremos expresión de los valores que nos inspiran, apegados al juego limpio y dispuestos a no admitir provocaciones ajenas, propias del ambiente de un evento deportivo”.
De lo declarado por dicho pugilista se infiere que todo evento deportivo, además de las peripecias propias de la competencia, contiene una dosis de provocaciones a los atletas que toman parte en la justa. Y hasta donde sabemos, ningún otro país se queja de esas supuestas provocaciones a sus deportistas.
Es que para las autoridades cubanas, cualquier persona que responda positivamente a la solicitud de un atleta cubano de abandonar una delegación de la isla, y en consecuencia los ayude a encontrar nuevas vías de realización en tierras foráneas, ya constituye un acto de “provocación” contra Cuba.
Por supuesto que el objetivo que se pretende con el referido “Libro de la Dignidad” es asegurar que los jóvenes deportistas regresen a la isla una vez concluida la competencia en Cali. Se trata de un mamotreto de alcance puramente simbólico, que en la práctica no posee una base jurídica que obligue a sus firmantes a actuar de una manera determinada. ¿Acaso a algún trasnochado simpatizante del castrismo se le ocurrirá pensar que una firma en ese documento pueda evitar una deserción previamente calculada? O lo que es más desconcertante: ¿Creerá alguien que semejante “compromiso” sirva para solicitar la extradición a la isla de cualquier deportista que decida desertar?
Pero bueno, no hay que olvidar que el castrismo es experto en eso de hacer firmar papelitos a los ciudadanos que después no tendrán utilidad alguna en el accionar de las personas. Porque, ¿cuántos firmantes del acta que pedía la irrevocabilidad del sistema socialista no habrán salido a las calles últimamente a protestar contra el gobierno?
En este caso no dudamos de que la preocupación de los gobernantes sea mayor, pues a los integrantes de una delegación tan amplia como la que irá a Cali no le podrán aplicar el mismo discurso con que trataron de justificar las deserciones de los peloteros en el evento sub 23, es decir, la ruptura del acuerdo para que esos peloteros pudieran firmar contratos con equipos de la MLB.
Como van los acontecimientos, en cualquier momento la maquinaria castrista opta por no asistir a eventos deportivos internacionales. Ya su aliado, la dictadura norcoreana, decidió no acudir a la olimpiada de Tokio.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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