Jagüey Grande.-Plantaciones de apariencia empobrecida y gajos secos dan la bienvenida a quienes deciden visitar el territorio con la esperanza de toparse con un puñado de naranjas.
De la belleza de los campos de cítricos, perfectamente delineados, no queda nada. La triste imagen puede apreciarse a lo largo y ancho del extenso plan, presente en tierras de cuatro municipios de la provincia de Matanzas.
Por lo visto, y por lo que muestran las estadísticas, la actividad febril de los agrios en esta región quedó en el pasado. El apelativo de capital citrícola de Cuba no será más que un buen recuerdo para los jagüeyenses. Está en peligro de desaparecer una cultura de 50 años que constituyó, sin dudas, un triunfo productivo y social.
«Les puedo asegurar que hay muy poco cítrico en todo Jagüey Grande, y de aquí a unos dos años quizá no haya ninguno, quien diga otra cosa les está mintiendo».
El triste pronóstico llega en boca de una mujer ya madura, nacida y criada en las inmediaciones del poblado de Torriente, muy cerca de la capital municipal, quien junto a su esposo y casi toda la familia dedicó la mayor parte de su vida al cultivo de los agrios. «Yo no sé lo que está pasando, pero se perdieron», acentúa.
«Lo que sucede es que el cítrico está enfermo y no hay con qué curarlo, esa es la pura verdad, no tenemos “medicina” para combatir esa maldita plaga», comenta su compañero y cosechero habitual en el plan hace un par de décadas.
LA MALDITA HUANGLONGBING
Fundada en 1967, en terrenos pedregosos y considerados como improductivos, la Empresa de Cítricos creció aceleradamente y en varios años creó una recia infraestructura, dotada de carreteras, redes eléctricas y sistemas de riego y, sobre todo, de personal técnico calificado.
En el extenso plan se construyeron más de 60 escuelas en el campo, cuyos alumnos asumían el mayor peso de las labores. Con el paso del tiempo, el proyecto citrícola se consolidó, hasta el punto de alcanzar la cifra récord de
medio millón de toneladas en un año. Ya para entonces, la entidad era referente a nivel nacional y líder en la exportación de frutas frescas y jugos concentrados.
Luego, la desaparición súbita del mercado de los países del campo socialista provocó grandes pérdidas en la citricultura cubana, que para 1994 había reducido su producción a menos de la mitad. La situación del cítrico era solo parte de la crisis económica generalizada en el país.
El ataque sin piedad de la plaga conocida como Huanglongbing (hlb) o dragón amarillo aceleró el declive gradual de las plantaciones.
Según los expertos, la hlb es la más grave enfermedad de la citricultura a nivel mundial, que devastó en pocos años plantaciones enteras en diferentes regiones del planeta y, de forma particularmente feroz, también en Cuba.
Por el impacto de esa enfermedad, la producción y los rendimientos cayeron de forma alarmante. Este año apenas se piensa cosechar la exigua cantidad de 6 000 toneladas.
Se trata de una enfermedad de difícil control, rápida diseminación y muy destructiva, y si no se dispone de la tecnología (costosa, por cierto), termina por causar la muerte del árbol de forma inevitable, explicó Michael González Noda, subdirector adjunto de la hoy Empresa Agroindustrial Victoria de Girón.
Observó el directivo que en unos años la producción de cítricos se redujo a gran escala, y que, para frenar el avance de la enfermedad, los investigadores indicaron avanzar rápidamente en la sustitución de las áreas más viejas e infestadas, y cubrir un programa de siembra de hasta mil hectáreas por año, con variedades más resistentes a enfermedades.
Aseguró que llegaron a completar unas 6 000 hectáreas, algunas de ellas con rendimientos productivos notables. En breve tiempo, sin embargo, faltaron los químicos, las nuevas plantaciones terminaron por ceder ante la enfermedad y se perdieron en su totalidad, dilapidándose así considerables recursos.
OTROS FRUTALES SACAN LA CARA POR LOS CÍTRICOS
Explicó González Noda que ya detuvieron la siembra de nuevas plantaciones
y priorizan la atención a las 1 500 hectáreas en producción.
La solución para apostar de nuevo por los cítricos, según los expertos, depende de la recuperación de la Empresa en su proyecto de impulsar el fomento de otros frutales.
«Requerimos de capital financiero para adquirir la tecnología y el amplio espectro de químicos que son necesarios para combatir las plagas», indicó el Subdirector de la Empresa.
En tal sentido, amplían la plantación de guayaba, mango, mamey y piña, así como algunos volúmenes de aguacate, y se estima que en breve tiempo la producción alcance la cifra de unas 50 000 toneladas, en su mayoría destinadas al procesamiento industrial.
Frank Pérez García, director de Cítricos y Frutales, comentó que para impulsar ese proyecto resulta una ventaja disponer de 9 000 hectáreas con sistemas de riego localizado, lo cual favorecerá el rápido crecimiento y desarrollo de los frutales.
También expuso que esa decisión supone una mayor garantía en la capacidad de la industria, enfrascada ahora mismo en una reparación capital para afianzar el área de llenado y ampliar los niveles y variedad de envases.
En 126 casas de cultivos protegidos, la Empresa cosecha, además, y con muy buena calidad, tomate, pepino y pimiento, entre otras variedades. Este año deben exceder las 1 500 toneladas, expresó Pérez García. Adicionalmente, entregan cada año un volumen superior a 1 500 000 litros de leche.
¿SE RECUPERARÁN LOS CÍTRICOS ALGÚN DÍA?
Disfrutar de un jugo de naranja se va haciendo prácticamente imposible. Ni siquiera a riesgo de vaciar su bolsillo uno consigue algunos cítricos frescos. Se han convertido en frutas exóticas y excesivamente caras.
La naranja, la toronja, la mandarina y el llamado limón persa están perdidos en Matanzas e inclusive escasean en la mismísima región de Jagüey Grande, donde en tiempos de esplendor se cosechaban cada año cientos de miles de toneladas de agrios.
Pero aunque el panorama no es nada halagüeño, hay quienes, como el productor Daniel Oliva, piensan que se puede seguir apostando por los cítricos si bien no a gran escala productiva.
«Es un cultivo muy costoso, que lleva mucha atención, por lo de las plagas y demás enfermedades. Por eso los campesinos preferimos plantar pequeñas cantidades y así garantizamos aceptables rendimientos. Es el caso de mi finca, donde sembramos dos hectáreas de limón y las plantaciones están en buen estado».
La filosofía de estos productores quizá sea la respuesta.
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