BAYAMO, Granma.–Cuando la música trasciende el umbral de los aplausos para recibir del público enardecidas ovaciones y pupilas húmedas de emoción y gratitud, los adjetivos, entonces, parecen sobrar.
Así podría describirse la presentación este 20 de octubre, en Bayamo, del maestro Frank Fernández, quien como justo regalo al Día de la Cultura Cubana, ofreció una velada memorable en el Cine Céspedes durante la jornada de clausura dela 27 edición de la Fiesta de la Cubanía.
Tras más de un año alejado de los escenarios públicos (debido a las medidas restrictivas para enfrentar a la COVID-19 en el país), el reconocido pianista y compositor cubano hizo gala de ese magistral desempeño artístico que le ha merecido el respeto, cariño y admiración dentro y fuera de Cuba.
Para ello se hizo acompañar de la orquesta de Cámara San Salvador de Bayamo, dirigida por el talentoso y joven maestro Javier Millet Rodríguez, a quien el propio Frank Fernández elogió en varios momentos del espectáculo, al igual que a algunos de los bisoños integrantes del conjunto con los que el Premio Nacional de Música también compartió escena.
Otros invitados que le otorgaron especial brillo y sonoridad criolla al ya estremecedor encuentro –tal y como lo avalaron los continuos aplausos de pie del público asistente–, fueron la solista vocal Magda Beatriz Brizuela, el novel violinista (de apenas 14 años de edad) Frank Sánchez Gutiérrez y el excelso músico Wilfredo Pachi Naranjo, director de la Orquesta Original de Manzanillo.
Entre anécdotas y sorpresas –incluida la entrega a Frank del Premio Bayamo con carácter Honorífico–, se repasaron en poco más de dos horas piezas emblemáticas de la cultura nacional como La Bayamesa, Tema de amor de “Tierra Brava”, Alma con alma, la comparsa, La bella cubana y la canción de la mañana (dedicada a los Cinco Héroes), entre otras.
Al cierre, un momento de lujo: Frank Fernández y Pachi Naranjo con la entrega inédita y especial, a cuatro manos, de la canción Son de la loma, con un arreglo que incluyó también a la orquesta de cámaras para fundirse en una mezcla extraordinaria de virtuosismo y excelencia musical, donde primó, con elegancia, la cubanía.