A trabajar por reducir las brechas de equidad relacionadas con las diferencias del color de la piel y promover la participación ciudadana como factor decisivo en la implementación del Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial se comprometieron los representantes de instituciones culturales, la Uneac y otras instancias de la sociedad civil que participaron en la conmemoración del aniversario 135 de la abolición de la esclavitud en Cuba.
Pero sobre todo se hizo evidente que la conquista de tales propósitos, alentados en estos momentos con mayor énfasis por el Estado socialista a escala comunitaria, transita por la transformación de subjetividades individuales y colectivas, mediante la educación y la cultura.
La conmemoración tuvo lugar en el Museo de la Ruta de la Esclavitud, inaugurado en junio de 2009 en el Castillo de San Severino, enclavado en las afueras de Matanzas.
El poeta y etnólogo Miguel Barnet rememoró cómo luego de la que Unesco lanzara el programa La Ruta del Esclavo, hoy renombrada con mayor precisión La Ruta de la Esclavitud, abogó por convocar en Matanzas a fines de 1995 la segunda reunión del Comité Científico Internacional de la iniciativa y años más tarde por dedicar una institución a la memoria de los africanos esclavizados.
Presidente de la Fundación Fernando Ortiz, Barnet llamó a leer con mayor profundidad la historia y la sociedad cubana, para abordar integralmente el legado de los africanos y sus descendientes, donde el componente económico y material no debe ser obviado, y a interpretar las claves del mestizaje cultural que nos ha llevado a ser lo que realmente somos.
A cargo de la coordinación del Comité Cubano del programa, Alberto Granado, director del Museo Casa de África, en La Habana Vieja, insistió en sensibilizar a las jóvenes generaciones con los horrores de la esclavitud y los aportes de las mujeres y hombres esclavizados a la identidad nacional, mediante la influencia de docentes mejor preparados, la articulación con los procesos educativos en la escuela y la utilización de lenguajes que les son cercanos a partir del uso de las nuevas tecnologías de la información.
La directora del museo, Isabel Hernández, historiadora e infatigable promotora, mostró la primera etapa de lo que debe ser más temprano que tarde la sala de interpretación de la esclavitud en Cuba, dotada de dispositivos interactivos, y en cuyo centro también quedó instalada la reproducción de uno de los barcos de la infamante trata.
Una de las más acuciosas estudiosas del proceso de la esclavitud, la doctora María del Carmen Barcia, hizo llegar un mensaje a los participantes en el acto. El Archivo Provincial de Matanzas entregó al museo copias de las notificaciones originales de las autoridades coloniales sobre la abolición de la esclavitud.
En octubre de 1886, Cuba fue el penúltimo territorio latinoamericano en abolir la esclavitud. Ello aconteció en Brasil en 1888. Los cientos de miles de africanos y descendientes sometidos a la cruenta explotación habían sido considerados seis años antes incluidos en la llamada Ley de Patronato, que aparentemente erradicaba la esclavitud aunque en verdad la enmascaraba.
La definitiva abolición distó de responder a un gesto altruista y humanitario de la metrópoli colonial y los hacendados insulares ni al necesario ajuste a la evolución del modo de producción. La resistencia de los esclavizados, expresada en sublevaciones, apalencamientos y el cimarronaje, el enorme valor simbólico del acto de Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868 y de la letra y el espíritu de la Constitución de Guáimaro, y la incorporación de antiguos esclavos y negros y mulatos libres a las luchas por la independencia pesaron decisivamente en el decreto abolicionista.