La situación excepcional generada por la pandemia de COVID-19 ha traído consigo, entre tantas medidas de contención, el confinamiento en el hogar y, por lo tanto, una mayor convivencia familiar, hecho que puede resultar complejo en dependencia del tipo de familia (biparental con hijo o sin hijo, monoparental, reconstituida, adoptiva o extensa, entre otras), y los conflictos que puedan existir al interior.
Sin embargo, independientemente de las particularidades de cada filiación, es innegable el rol fundamental de esta en el enfrentamiento a la epidemia, en cuanto a educar a sus miembros en el cumplimiento de las medidas de prevención, velar para que se acaten las misma, o garantizar una convivencia sostenible por encima de los conflictos y contradicciones internas.
Sobre el tema, el doctor Gerardo Coll Sánchez, especialista de Promoción de Salud, de la Unidad de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades, del Ministerio de Salud Pública (Minsap), expresó, durante la habitual conferencia de este jueves, que para que se tengan resultados positivos a la hora de enfrentar una situación como la pandemia dentro del hogar, debe, en primer lugar, funcionar la familia.
«La funcionalidad de la familia es importante para alcanzar cualquier objetivo, no solo para detener la pandemia o evitar contagiarnos con el virus, sino para todas las cosas, y se logra con la armonía, el amor, el respeto mutuo, la ayuda, la cooperación y el autocuidado de las personas», argumentó.
Contrario a la concordia –señaló el especialista–, un ambiente hostil no aporta nada a la dinámica familiar. «Al contrario, puede ocasionar reacciones psicológicas que, en este caso, ponen en riesgo de contraer la infección por SARS-CoV-2 a los miembros de la familia e inclusive a la comunidad».
¿CÓMO CONTRIBUIR AL ENFRENTAMIENTO A LA PANDEMIA DESDE EL HOGAR?
¿Qué sucede en los miembros de la familia a un año y medio de pandemia, y qué pueden hacer desde el hogar para apoyar el combate a la enfermedad? La licenciada Olga Infante, miembro del Grupo Nacional de Psicología del Minsap, al referirse al asunto, subrayó que el tema de la convivencia familiar ha sido recurrente durante el transcurso de la COVID-19 y no es por azar, si se tiene en cuenta que una de las medidas más importantes y efectivas para el control de la transmisión es el confinamiento en el domicilio.
«En los 18 meses de pandemia las reacciones y respuestas emocionales de las personas han ido cambiando. Si en un primer momento se describían estados emocionales de ansiedad, temor e incertidumbre, a esos se han sumado, en los tiempos actuales, estados de desesperanza, pesimismo y agotamiento, que tienen un impacto también en la manera en que nos relacionamos con las personas y en la manera en que establecemos vínculos con los seres queridos al interior de la familia», explicó.
Expuso la especialista que incluso algunos autores han descrito la reacción familiar ante este hecho con la denominación de Fatiga Familiar, aludiendo a la contradicción que se establece entre las múltiples y complejas tareas que tiene que enfrentar la familia como el teletrabajo, el estudio a distancia y la convivencia permanente, y el poco tiempo dedicado a actividades de esparcimiento, así como la disminución de los contactos sociales.
«Esto crea determinado ambiente hacia el interior de la familia. Sin embargo, es difícil hacer generalizaciones porque estamos hablando de un grupo humano de una alta diversidad, donde existen muchísimas tipologías familiares, modos diferentes de organizar la vida, disímiles estilos comunicativos, formas distintas de funcionamiento y condiciones de vida, que impactan también en las relaciones familiares, todo lo cual repercute en la manera en que la familia enfrenta su convivencia», manifestó.
Aunque no podemos dar recetas generales que incluyan a toda la familia –precisó Olga Infante–, cada una debe encontrar e identificar cuáles son sus fortalezas, sus recursos, y sobre la base de ellas establecer cambios que le permitan una convivencia más armónica.
Al respecto, la Miembro del Grupo Nacional de Psicología del Minsap recomendó algunas pautas que pueden favorecer una mejor convivencia familiar, como son la comunicación con calidad en el establecimiento de los vínculos. «Puede ser que estemos todos presentes y, sin embargo, la comunicación sea escasa o no sea adecuada», subrayó.
También recomendó la búsqueda de actividades que permitan elevar la cohesión o unidad familiar (sentarse todos a la mesa, compartir una película o tomar juntos el café); negociar el tiempo y espacio a la hora de realizar tareas, sobre todo en los sitios habitacionales pequeños, de manera que cada miembro pueda satisfacer sus necesidades e intereses sin atentar contra el derecho del otro; y expresar desacuerdos o criterios respetuosamente.
«En momentos de crisis como los que vivimos, una convivencia familiar en la que todos podamos crecer y sentirnos mejor va a propiciar, precisamente, que las consecuencias negativas que nos va a dejar esta pandemia sean las menores posibles. La convivencia familiar representa una fortaleza en momento de crisis y puede resultar también un beneficio para toda la vida», aseveró Olga Infante.