Enfrentar al pueblo contra el pueblo es, a todas luces, la intención de quienes por estos días convocan a tomar las calles cubanas
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Con la verdad se llega al fin del mundo y cuando tienes la razón no vale que se interpongan en tu camino, das pelea cueste lo que cueste. Eso aprendemos desde chiquitos, son principios éticos que nos acompañan toda la vida. Algunos los convierten en hechos y los asumen con honestidad, otros juegan con ellos como si todo se resolviera en una partida de dominó.
Los últimos acontecimientos mediáticos alrededor de la convocatoria a una marcha pacífica en el mes de noviembre, promocionados por el dramaturgo Yunior García Aguilera y su proyecto Archipiélago, son el vivo ejemplo del empecinamiento que por más de 60 años vienen orquestando desde los círculos de poder en el exterior para convertir a Cuba en un campo de batalla.
Enfrentar al pueblo contra el pueblo parece la fórmula perfecta, aunque todos sabemos con qué acuarela se pintan hoy en día las tan llevadas y traídas revoluciones de colores que se utilizan desde Estados Unidos para desestabilizar movimientos sociales, países y proyectos revolucionarios incómodos.
Utilizar la Constitución de la República para exigir derechos es la última maniobra, aun conociendo que esa misma constitución aprobada por la inmensa mayoría de los cubanos, proclama que la defensa de la Patria Socialista es el más grande honor y el deber supremo de cada cubano y que el sistema socialista que refrenda es irrevocable.
No es de extrañar que, como tantas veces en los últimos tiempos, esas iniciativas tengan su reino en las redes sociales e internet. El bombardeo a que nos someten las 24 horas del día con mensajes, post, carteles, opiniones de influencers, grupos de WhatsApp y Telegram es impresionante. Todo en aras de convencer a los más de seis millones de cubanos con acceso real a internet y sus familias de que sus “ideas pacíficas” son justas, necesarias y no representan un agravio a la nación y sus leyes.
El guion de la puesta en escena que con acierto algunos colegas ya definen como performance mediático, tiene detrás miles y miles de dólares de los millones que Estados Unidos dedican todos los años para promover la subversión en Cuba, algo que no ocultan, que reconocen como parte de su estrategia para lograr desarticular la Revolución. La diferencia en los tiempos actuales está en qué sector han escogido para lograr su tan añorado cambio.
La cultura es, y no dejan de tener razón en eso, el mejor de los ámbitos para jugar a la desestabilización. Es en este escenario contra el cual se enfoca hoy toda la artillería y donde tratan de construir líderes más frescos y alejados de la oposición contrarrevolucionaria tradicional. El espacio ganado por la cultura en la sociedad cubana es un terreno fértil a su modo de ver. Ningún país ha invertido e invierte tanto en promover e incentivar la creación artística y literaria como lo hace el nuestro y los nuevos y emergentes guías espirituales del tan añorado cambio los han seleccionado ahí, entre artistas y creadores.
Está claro y demostrado que, a través de sus agencias federales y asociados, el gobierno de Estados Unidos ha venido poniendo mucho billete en formar a sus nuevos cabecillas dentro del país. Sin embargo, en la mayoría de ellos no hay obra consistente, mucho menos dominio de la historia nacional. Los cálculos que una y otra vez hacen sobre el pizarrón de sus oficinas son tan vulnerables como los argumentos que asumen los guerreros de ocasión, que buscan no solo dinero, también boleto y posición para salir de Cuba con un expediente que complace y diploma de oro.
Ahora mismo los titulares, tuits, análisis, directas, post, declaraciones, opiniones de los replicadores y medios externos se enfocan en el hecho de que los gobiernos de varios territorios donde pretendían “movilizar al pueblo pacíficamente” han respondido a sus solicitudes argumentando el carácter ilícito de la marcha/revuelta de nuevo tipo. No voy a repetir aquí los argumentos porque están muy claros en la propia Constitución que invocan. Acaso recordar, como ya se han manifestado miles de cubanos en esos mismos espacios virtuales, que si nos convocan a marchar para exigir el fin del bloqueo contra Cuba entonces nos vemos en las calles.