De manera similar, en el restaurante El Mandarín se adulteraba la cantidad de camarón grillé. De 174 gramos como norma, sólo se servía entre 110 y 115 gramos por porción, a la vez que se expedía mercancía no certificada por las autoridades sanitarias.
También “se detectó el acaparamiento de mercancía (cerveza dispensada), pues los inspectores encontraron en taquillas y mochilas de varios trabajadores pomos de un litro y medio lleno de cerveza, en cuantía superior a la que se puede considerar para consumo personal”, agregó Tribuna en su reporte.
Según detalló, se hallaron entre 10 y 15 pomos en las taquillas de varios trabajadores, e incluso en una había más de 24, “lo que sin dudas muestra la especulación con un producto que el Estado pone a disposición de la población”.
Yanes Mestre dijo al medio oficialista que lo más importante para el Partido y el Gobierno en La Habana no es la imposición de multas, “sino que el producto vaya al destino para el cual fue diseñado”.
“Que el pueblo reciba un servicio con calidad, y que estos productos no se conviertan en blanco del desvío, el acaparamiento y aprovechamiento por parte de personas inescrupulosas. Contra todo el que pretenda actuar de esta manera, recaerá el peso de la ley, en nombre del pueblo habanero”, dijo el funcionario.
Prácticas como estas ahora sancionadas ahora en La Habana son habituales en toda Cuba, fundamentalmente en el sector estatal.
La agudización de la crisis crónica y la creciente escasez de alimentos y artículos de primera necesidad las hace más visibles y motiva mayores quejas en la población, razón por la cual las autoridades se esmeran más en su descubrimiento y sanción, sin proyectar medidas que ataquen las causas y eviten su ocurrencia.