A propósito del texto titulado “Desorden en Panadería”, publicado en este mismo espacio el pasado 18 de septiembre, envió una carta de respuesta la filial espirituana de la Empresa Cubana del Pan, donde se expone que al lector Rigoberto Francisco Marín, vecino de la cabecera provincial y autor de la
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A propósito del texto titulado “Desorden en Panadería”, publicado en este mismo espacio el pasado 18 de septiembre, envió una carta de respuesta la filial espirituana de la Empresa Cubana del Pan, donde se expone que al lector Rigoberto Francisco Marín, vecino de la cabecera provincial y autor de la misiva que motivó el material, le asiste la razón en su queja.
“De acuerdo con los resultados alcanzados en el proceso investigativo sobre el escrito enviado al Periódico Escambray por el compañero, alegando el desorden, mal trabajo e irresponsabilidad de los compañeros de la empresa que participan en la organización de la cola y la venta del producto en la Panadería Especializada de la calle Independencia, frente al Parque de la Caridad, es cierto que existe indisciplina social por parte de la población; hemos trabajado en función de organizar la venta y no hemos logrado cumplir con dicho objetivo; solicitamos ayuda de los órganos competentes que permita restablecer la disciplina necesaria”, reza el documento.
Más adelante la misiva expresa: “Se pudo comprobar que el reclamo es cierto, pues no nos hemos sentido apoyados por los órganos competentes para el proceso de venta en la unidad, la cual está cubierta, en su plantilla, con trabajadores de la propia entidad”.
Elisa Pina Castro, técnica en Supervisión y Control de la citada empresa, adjunta vía correo electrónico, igualmente, la respuesta enviada al remitente que escribió a este medio de prensa, en la cual se expone que, ciertamente, “la cola para adquirir el pan se forma desde el horario de la madrugada, a la que asisten personas de diferentes conductas”. Según detalla el documento, los números los reparte el propio administrador de la unidad, en tanto los demás trabajadores comienzan a pasar a los clientes, en el orden de cinco personas con número y un impedido físico. “Es cierto —le escriben a Rigoberto— que existen personas que marcan la cola varias veces, exponiendo que solo venden tres panes y que en la casa son muchas personas y no les alcanza”.
Ellos han procurado, aseguran, garantizar el necesario distanciamiento, para lo cual crearon marcas en la acera, a los efectos de que cada quien sepa dónde le corresponde, “lo cual se incumple por parte de la población”. También alegan que se llama a la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) cada vez que resulta necesario, “pues la población solamente de ver la patrulla se organiza y la venta es más fiable”, pero no siempre tienen respuesta en este sentido, apuntan. Escambray comprende las razones expuestas y considera que, efectivamente, la PNR puede ayudar, sin embargo, hay aspectos que conciernen directamente a la empresa y a la unidad, como las veces que marca cada quien; ya que, según atestiguan vecinos del lugar, los rostros son bien conocidos y algunos de ellos son revendedores que pernoctan junto a la panadería para acaparar buena parte del pan y lucrar mediante su expendio a altos precios.