Como género musical perteneciente al espectro de la canción, desde su lírica y su música el bolero sintetiza muchas tradiciones de procedencia diversa. En la foto, Omara Portuondo, una bolerista icónica de Cuba.
Foto: Jorge Luis Baños / IPS
La Habana, 2 oct.- Rara vez un género musical cuenta con dos naciones que apadrinen su candidatura a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Ese es el caso del bolero cubano, que en la actualidad cuenta con un expediente elaborado entre la isla y México para presentar ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).
Portador de elementos de una herencia armónica donde convergen lo hispánico y lo africano, el bolero fue declarado el 24 de agosto Patrimonio Cultural de la nación cubana.
Este reconocimiento tiene como base un estudio historiográfico, musicológico y sociológico realizado por instituciones como el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, el Museo Nacional de la Música y el Consejo Nacional de Casas de Cultura.
Alcance comunitario
Al decir de Rafael Lara González, especialista de Cultura Popular Tradicional del Consejo Nacional de Casas de Cultura, “no existe en las distintas comunidades conmemoración alguna de tipo social, política o cultural donde no estén presentes la letra y música del bolero y sus cultores como exponentes, mientras perdura entre las preferencias de los públicos en instituciones culturales y recreativas”.
Además, apunta, “lo mismo ocurre con festividades de tipo familiar y vecinal que, a su vez, encuentran en el género pretexto oportuno para amplificar el encuentro social de que se trate”.
A más de un siglo de la aparición del primer bolero cubano, Tristezas, compuesto por Pepe Sánchez en 1883, el alcance comunitario de este género se perpetúa a través del movimiento de peñas (actividades lideradas por el movimiento de artistas aficionados) en las Casas de Cultura y demás instituciones culturales del país.
Indica Lara que la promulgación del bolero en estos espacios, en concursos y eventos protagonizados por intérpretes y autores multiplica la participación del potencial de aficionados en la preservación del género.
Género musical inclusivo
De acuerdo con investigaciones, el bolero forma parte de la cotidianidad de cubanas y cubanos, es un género inclusivo para el cual la mujer en un momento constituyó la principal fuente de inspiración e igualmente devino intérprete de las más variadas composiciones.
En la actualidad, refiere la musicóloga Yurién Heredia, investigadora del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, “esas fronteras se han perdido y de manera indistinta hombres y mujeres componen y cantan boleros”, asegura.
Explica Mariela Galdiani que lleva más de 30 años como defensora de los derechos de la mujer dentro del movimiento de boleristas en La Habana. “He podido transmitir mis saberes a niñas y jóvenes que hoy son grandes artistas. En las peñas del bolero encuentro la paz y la armonía”.
Para Noris González, líder de la Casa del Filin, en el municipio Centro Habana, representa “un honor mantener este espacio desde la comunidad, porque así surgió y así será siempre”.
Al respecto cuenta que siendo una niña participaba en los encuentros del bolero celebrados en la casa del músico cubano Ángel Díaz, que se encontraba en el actual Callejón de Hamel.
“Ahí, por primera ocasión, escuché el término descarga. Ángel decía que más que cantar se venía al sitio a decir la canción a través del bolero y el filin”, destaca González.
Por su parte, Doris Martha Colombé resalta su orgullo al “representar a los jóvenes intérpretes del bolero en Cuba a través de la peña Filin good, de Santiago de las Vegas, comunidad habanera.
“Este grupo está compuesto por jóvenes artistas aficionados que han apostado por el bolero como su mayor preferencia; todos provienen de los talleres de creación de la Casa de Cultura del territorio”, indica Colombé.
Para esta instructora de arte ese género musical “es una manera de expresar desde lo más profundo nuestras alegrías, pasiones y tristezas”. (2021)