CAMAGÜEY.–Con la ayuda de su nieto, la anciana Clara Carnesolta Sánchez lleva hacia el hogar el paquete de alimentos que de manera gratuita acaba de recibir en la tienda del barrio, un gesto que agradece con una noble sonrisa a flor de labios:
«Siempre hay gente buena en el mundo, afirma, para ayudar a los más necesitados. Mientras algunos gobiernos quisieran vernos morir de hambre por nuestro empeño de ser libres a toda costa, no faltan los que ofrecen una respuesta digna de hermanos.»
Con esos envíos provenientes de diferentes naciones, las autoridades cubanas decidieron conformar módulos que se entregan, sin costo alguno y de manera gradual, a todos los núcleos familiares censados en la red de comercio minorista del país.
Esta vez le corresponde a Camagüey, provincia que debe recibir 285 000 paquetes, conformados por tres kilogramos de arroz, tres de pastas alimenticias (coditos o espaguetis), uno de granos (chícharos o lentejas) y uno de azúcar.
Se trata de una gran operación logística, que tiene como epicentro las instalaciones de la Empresa Comercializadora de Productos y Servicios Universales, donde transcurre todo el proceso de recepción, clasificación y distribución de las mercancías.
«Para ello contamos –explica Sady Peraza Nieves, directora general de la entidad– con el apoyo de combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, quienes junto a nuestros trabajadores se encargan de la manipulación de los donativos hasta las bodegas.»
En un primer momento se recibieron en tierra agramontina 11 contenedores con 220 000 módulos y se decidió iniciar la distribución por los cuatro distritos de la ciudad cabecera provincial, que dispone de 239 tiendas dedicadas el expendio de alimentos.
Informa Peraza Nieves que, con la carga recibida hasta ahora, tan pronto se concluya la entrega de los paquetes en la otrora villa principeña se prevé llegar, por ese orden, a los municipios de Santa Cruz del Sur, Nuevitas, Florida, Esmeralda, Guáimaro y Najasa.
Es tal la magnitud del empeño, que el patio de la entidad receptora parece tomado por un enjambre de «avispas», prestas a no perder un segundo hasta tanto no estén listos los camiones para partir con su preciada carga hacia los puntos de destino.
«Es un orgullo ser parte de esta misión. Todos estamos motivados, porque sabemos lo que esos alimentos significan para el pueblo en medio de la COVID-19 y de una situación económica difícil», declara el sargento de tercera Léiner Mendieta Viñals.
Casi al mediodía, por sus manos han pasado ya, para su revisión, cientos de paquetes: «El enemigo –asegura– puede vociferar todo lo que quiera: los jóvenes no nos dejamos confundir ni atemorizar con sus mentiras y amenazas de todo tipo».
Al frente de la tropa, la teniente coronel Maricely Pérez Pérez refiere que, como parte de la Operación Solidaridad, los combatientes garantizan que los recursos donados por países amigos lleguen a la población sin contratiempo alguno.
«Ayer mismo terminamos pasadas las ocho de la noche. No obstante el lógico cansancio, en todos está presente la disposición de que esto es hasta que se termine con la última tienda y el último núcleo familiar haya recibido su módulo de alimentos.»
Actitud similar asumen por estos días los agentes del servicio de patrullas, transportistas, trabajadores del Comercio Interior y de otros organismos e instituciones del territorio, quienes de manera conjunta se encargan de garantizar el éxito de tan sensible misión.
«Esto es apenas un pequeño reflejo –comenta la oficial– de una bella tradición forjada en años de lucha entre el pueblo cubano y su brazo armado, unidad que pretenden quebrantar de manera infructuosa los enemigos de la Patria».