Para muchos todo había terminado, mas él Roniel Iglesias, sabía que aún le quedaban fuerzas para seguir luchando. Llegó a Tokio, incluso ganando combates a la propia vida, muy pocos lo tenían entre los pronósticos.
Pero este padre feliz, entendió que el mejor legado para Lucas Daniel, su -mejor medalla- era el oro olímpico. Último en incorporarse a la delegación, más de cinco días de viaje. Primero en subirse al cuadrilátero, con toda la presión que ello implica.
Nada pudo detener a Iglesias, que siguió soñando, pero tirando golpes para concretar sus sueños. Familiar hasta con sus rivales, siempre les decía algo al oído tras concluir sus peleas.
El hijo de Marianela, no perdió el enfoque ni un instante. Tumbó muros que parecían infranqueables, le dio un nocaut a la COVID-19, y marchó victorioso hacia la final.
El welter de Pinar del Río, hizo saltar de la emoción a muchos esta madrugada histórica del tres de agosto. Era Cuba en sus guantes, era vueltabajo resistiendo cada embestida, nadie podía con sus desplazamientos, mucho menos con sus combinaciones demoledoras.
Bendita manera de enfrentar desafíos. Justo ahí, en el límite del tiempo, en la época donde los grandes se convierten en Dioses, alzaron la mano de un doble dorado bajo los cinco aros. No hubo inglés, ruso, japonés o boxeador que pudiera contigo campeón.
Roniel Iglesias es oro y el buque insignia echa a andar. Un premio al esfuerzo y a la consagración. Felicitaciones campeón. #Cuba espera mucho del boxeo cubano #ACubaPonleCorazónhttps://t.co/HcNXxeTd3X
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) August 3, 2021
Entras nuevamente victorioso al sitio sagrado de la historia. Y lo mejor, sigues aquí, en este lugar especial de tu gente, en este lado izquierdo que palpita por Cuba; porque tú si le pusiste corazón a este país que te pertenece entero.
Avanza seguro, a ti también los Dioses del olimpo, te hicieron un lugar para admirar siempre tus tres podios olímpicos.