La arena Kokugikan otra vez fue testigo de un cartel mágico donde el welter pinareño Roniel Iglesias sigue haciendo soñar a muchos con su segundo oro olímpico.
El padre amoroso que es, tiró golpes, según confesara, pensando en dejar un ejemplo positivo en Lucas, su pequeño hijo.
El representante del Comité olímpico ruso Andrei Zankoboi poco pudo hacer sobre los golpes de este vueltabajero, que, desde el asalto inicial, forzó todos los compases en la corta distancia a sabiendas que su oponente con esas extremidades largas, podía hacerle daño si aceptaba el combate en esa distancia.
De ahí que sus mejores combinaciones y golpes los diera con el uppercut cortico y los ganchos al estómago del peleador ruso. Iglesias no cedió un ápice y pese a ser víctima de su contrario en otras oportunidades, esta vez todo fue diferente.
El martes Roniel Iglesias estará nuevamente en una final olímpica, esta vez ante el británico Pat MacCormack. Roniel volverá con el mismo enfoque y para ello las motivaciones son suficientes, seguir haciéndolo por Cuba, por su hijo, por su familia y por su gente.
Lazarito se llevó una dura pelea
El hijo de San Juan y Martínez, el pluma Lázaro Álvarez, fue verdugo 3-2 del fogoso tailandés Chatchai-Decha Hamout, y de esta manera aseguró el metal de bronce.
Con esta actuación el príncipe integró la selecta lista de los triples laureados en citas bajo los cinco aros. Antes había conseguido metales de ese tipo en Londres 2012 y Río de Janeiro 2016.
Su pelea pareja, pero con ligera ventaja para el chico de Cuba, le dio otra vez la posibilidad de soñar con seguir avanzando en el objetivo de alcanzar el oro olímpico. Para eso tuvo que emplearse al máximo, pues su rival fue una verdadera máquina de tirar golpes, incluso al riesgo de recibir una andanada del antillano como respuesta.
Para alcanzar su plata, que lo ponga directo en la final, la tiene compleja, cuando se mida guantes por medio, con el ruso Albert Batygaziev todo esto será el próximo martes.
Loremberto Alfonso y Árlen López, dos cubanos de gran clase
La complejidad de llegar a una final olímpica siempre es dura, incluso cuando te sabes vencedor por mayor currículo. Eso le sucedió hoy al guantanamero Arlen López, quien venció cerradamente a otro pinareño, pero nacionalizado azerí, Loremberto Alfonso.
Ambos boxeadores, son alumnos de la escuela cubana de pugilistas, y ante todo, más que una buena pelea, se vivió una clase de respeto al contrario, profesionalidad sobre el ring y buenos esparrin.
Al final los jueces vieron ganar al chico del guaso, que conoce el sabor del oro en Río 2016, esta vez el representante de Azerbaiyán quedaba en el camino, y Cuba nuevamente ostentaba otra posibilidad de final olímpica.
Ahora solo queda esperar, porque nuestros peleadores antillanos sigan poniendo en alto ese prestigio bien ganado por nuestra escuela cubana de boxeo.
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