Instantes previos a la salida rumbo a Japón le escuchamos decir a la más joven integrante de la delegación cubana que ella se hizo tenista por puro milagro.
«Empecé desde muy pequeña, pero mi mamá me sacó del área donde daba los primeros pasos en el tenis de mesa. Temía que yo terminara por restarle atención a la escuela, que me desviara de los estudios».
«Un tiempito después insistí de nuevo, empecé a decirle como cosa de niña: ·yo quiero, yo quiero·…y no le quedó más remedio que dejarme volver a la mesa de juego, esta vez con otro entrenador».
Por lo visto, pudo más el deseo de la menor que la intransigencia de la madre, que al parecer entendió que no se trataba de ningún capricho infantil y que a la niña de verdad le gustaba el llamado ping pong, una vocación que pronto sería definitiva.
La única condición era que tuviera buenas calificaciones, recuerda Daniela con una sonrisa. Pero lo mío era jugar y jugar, enfatiza.
A partir de entonces, se afianzó una complicidad entre la madre y su hija, relación que ha sido determinante en la carrera de «la zurda de oro».
Daniela Fonseca Carrazana va a cumplir 19 años de edad este 24 de julio. No es lo que se dice una de las grandes esperanzas a medalla de la comitiva cubana, pero nadie duda de que empuñará su raqueta con «armadura de guerrera».
Su actuación en el torneo Preolímpico de Rosario, Argentina, despertó admiración entre los aficionados y amantes del tenis de mesa. Allí se agenció contra todo pronóstico dos cupos para la magna cita, uno en el individual y otro en el torneo mixto.
Una muchacha de baja estatura y muy delgada, supuesta fragilidad que compensa con voluntad y mucho corazón, sobre todo en el momento decisivo de cada duelo.
Es una atleta muy concentrada, tiene coraje y fuerza interior, dijo el experimentado jugador Jorge Moisés Campos, su pareja de dobles mixtos, donde tendrán que contender con otras 16 duplas.
A pesar de su juventud, no se muestra impaciente ante la proximidad de la exigente competencia. Su madurez anticipada le da un aire de persona de mayor edad.
Si logramos el triunfo en tres partidos podemos estar en medallas, pero en realidad eso resulta extremadamente difícil, el nivel es muy alto, son rivales de mucho oficio y laureados en torneos de rigor, la mayoría de origen asiático, los mejores exponentes de esta disciplina, explicó Daniela.
En el individual es todavía más duro, con 128 jugadoras clasificadas, dijo tras reconocer que para ella es un orgullo representar a su Patria. Lo esencial es entregarse al máximo y, más allá del resultado, demostrar que ha valido la pena todo el esfuerzo de la Revolución por cada uno de nosotros.
Reconoció además que se siente cómoda en el juego a media distancia y que debe trabajar por ampliar su repertorio en el servicio, elemento decisivo en este juego.
Daniela le dedica la mayor parte de su ocio, que no es mucho, a escuchar música y compartir con sus amistades, algunas de las cuales residen en su pueblo natal, el matancero municipio de Perico, donde todo el mundo la conoce por Fonsequita.
Unas pocas horas antes de la fecha fijada para salir hacia Japón, tuvo la oportunidad de conversar con su mamá y le hizo saber que lucharía por un resultado fuera de los pronósticos.
«Ella sabe que es una tarea muy, muy difícil, pero le dije que la iba a sorprender, que podía haber sorpresa. Nada es imposible».
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