A principios de julio, pero hace 53 años, comenzó a circular en Cuba el Diario del Che en Bolivia, provocando una reacción mundial, al conocerse de primera mano el testamento histórico de la epopeya inconclusa del pequeño grupo guerrillero, encabezado por el Comandante Ernesto Guevara en el altiplano boliviano.
Escrito por el Che durante la contienda guerrillera desarrollada en ese país de noviembre de 1966 a octubre de 1967, el esperado diario salió de las imprentas de la Editora Política a inicios de julio de 1968, con Una Introducción Necesaria escrita por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, y publicado luego en el mundo.
Escrito para la posteridad, aun sin proponérselo, esas páginas forman parte de la gran gesta libertaria de Nuestra América. La primera edición fue revisada por su viuda, Aleida March, quien cotejó su difícil escritura; incluye un prefacio de su hijo mayor, Camilo, así como mapas y fotos de la gesta boliviana.
Fidel aclaraba en su introducción que «era costumbre del Che en su vida guerrillera anotar cuidadosamente en un diario personal sus observaciones de cada día. En las largas marchas por terrenos abruptos y difíciles, en medio de los bosques húmedos, cuando las filas de los hombres, siempre encorvados por el peso de las mochilas, las municiones y las armas, se detenían un instante a descansar, o la columna recibía la orden de alto para acampar al final de fatigosa jornada, se veía al Che, como cariñosamente lo bautizaron desde el principio los cubanos, extraer una pequeña libreta y con su letra menuda y casi ilegible de médico, escribir sus notas».
«Contiene todas las notas que escribió desde el 7 de noviembre de 1966, día en que el Che llegó a Ñancahuazú, hasta el 7 de octubre de 1967, vísperas del combate de la Quebrada del Yuro. Cuando se recibe el Diario faltaban sólo unas pocas páginas, pero que por corresponder a fechas en que no tuvieron lugar hechos de importancia, no altera en absoluto el contenido del mismo».
El líder de la Revolución Cubana aclara que «se ha podido precisar que el Che estuvo combatiendo herido hasta que el cañón de su fusil M-2 fue destruido por un disparo, inutilizándolo totalmente. La pistola que portaba estaba sin magazine. Estas increíbles circunstancias explican que lo hubiesen podido capturar vivo. Las heridas de las piernas le impedían caminar sin ayuda, pero no eran mortales».
Respecto a la autenticidad del texto reveló Fidel que «la forma en que llegó a nuestras manos este Diario no puede ser ahora divulgada». Posteriormente se conoció que en 1968 un grupo de hombres, incluyendo un empleado de la CIA en Bolivia, hicieron lo imposible: transgredir la seguridad «inquebrantable» de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y enviar a Cuba los facsímiles de cada página.
«Aunque el documento por sí mismo no ofrecía la menor duda acerca de su autenticidad, recalca Fidel, todas las copias fotostáticas fueron sometidas a un riguroso examen a fin de comprobar no sólo dicha autenticidad, sino incluso cualquier posible alteración, por pequeña que fuese. Los datos fueron además cotejados con el Diario de unos de los guerrilleros sobrevivientes, coincidiendo ambos documentos en todos los aspectos».
«Ahora que he cumplido 80 años, pretendo revelar toda la injerencia que cometía la CIA», así expresó el boliviano Ricardo Aneyba, exjefe del departamento técnico de dicha agencia en Bolivia y uno de los protagonistas de esta historia.
En octubre de 2017, el rostro de Aneyba se mostró por primera vez al mundo por los escritores e investigadores cubanos Froilán González y Adys Cupull en el acto por el aniversario 50 del asesinato del Guerrillero Heróico, en Vallegrande, Bolivia. González y Cupull son autores del libro La CIA contra el Che.
En 1968 las fuerzas de izquierda iban germinando, incluso dentro del propio gobierno boliviano, uno de cuyos ministros, Antonio Arguedas, fundador del Partido Comunista de ese país en la década del 50 —y 15 años después aliado a la CIA desde su posición de Ministro del Interior— abrió las puertas.
El ademán que hizo Arguedas a Aneyba dio luz verde para iniciar la acción, conocida luego como Operación Gaveta, de donde salieron del país las piezas fílmicas camufladas en una cobertura de música. Primero a Chile, donde jugaron un importante papel los periodistas Hernán Uribe, editor de la revista Punto Final, el director general del magazine, Manuel Cabieses, y el diplomático Luis Fernández Oña, quien reconoció la letra,
El periodista chileno Mario Díaz fue el encargado de cruzar las fronteras y llevarlo a La Habana, a las propias manos de Fidel. En Cuba se realizaron rápidamente las comprobaciones y en julio de 1968 un millón de ejemplares del Diario se repartieron gratuitamente al pueblo cubano.
Cuba fue primera en el mundo en publicar el Diario, destruyendo así el plan concebido para desacreditar a la Revolución Cubana y su máximo líder. La filtración del documento y de las 13 páginas extraídas por el Gobierno boliviano, sacudió a la jefatura del Ministerio del Interior e hizo a Arguedas abandonar el país y someterse a la justicia ordinaria y al tribunal de los militares. Permanece aún sin aclarar el confuso accidente que causó posteriormente la muerte de Arguedas.
Pero han pasado 53 años y el Diario del Che en Bolivia continúa publicándose.