GUANTÁNAMO, Cuba. — A pesar de la escasez de alimentos, medicinas, recursos de todo tipo, de la parálisis del transporte, los apagones y la extensión indetenible de la pandemia de COVID-19 por todo el país, quien lea la prensa oficialista cubana no podrá aquilatar la magnitud de la tragedia que se vive en la Isla.
Recientemente, el señor Miguel Barnet afirmó que Cuba no es el país que algunos reflejan en las redes sociales y que la revolución continúa viva en las calles. Tal desatino a esta altura de la catástrofe demuestra su desvinculación con la realidad.
Todo lo que ocurre no puede ser captado por las redes sociales, pero hoy son ellas las que reflejan con mayor fidelidad nuestro acontecer. Si no fuera así los oficiales de la Seguridad del Estado y los policías no impedirían que los ciudadanos filmaran con sus teléfonos las colas ante las tiendas y los abusos que se cometen contra el pueblo, ni acosarían a los cubanos que hacen “directas” denunciando lo que ocurre.
Hace ya muchísimo tiempo que la mal llamada “prensa objetiva y revolucionaria” ha dejado de cumplir con su papel, por eso guarda silencio ante la honda repercusión de esta crisis.
La situación con respecto a la COVID-19 ha alcanzado ribetes alarmantes, no solo por el crecimiento significativo de contagios, hospitalizados y muertos — y ya sabemos cuántos cuestionamientos existen sobre las cifras oficiales—, sino también por el colapso de las instituciones de salud.
Tal ha sido la gravedad que varios médicos han dejado constancia de su preocupación en las redes sociales, a pesar de que se exponen a ser despedidos del trabajo.
El pasado lunes 5 de julio el portal británico Our Word in Data, de la Universidad de Oxford, informó que Cuba era el quinto país con mayor número de casos positivos al coronavirus por cantidad de habitantes en América Latina y el decimoquinto en todo el mundo con respecto a la mayor tasa de infección del virus. De eso la prensa oficialista no ha dicho nada.
El científico cubano Amílcar Pérez Riverol aseguró que la crítica situación epidemiológica en la Isla requiere de acciones inmediatas o puede convertirse en una catástrofe.
En medio de esta situación, los dirigentes cubanos continúan vanagloriándose de su quehacer, que lo único que logra es hundir cada día más en la desesperanza al pueblo.
Se negaron a aceptar la ayuda ofrecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), brindada mediante el mecanismo Covax, el cual asegura el envío de vacunas de forma gratuita a los países que las soliciten. De haberse aceptado esa ayuda, cientos de miles de cubanos ya estarían vacunados. Sin embargo, los mandantes cubanos rechazaron ese ofrecimiento diciendo que Cuba contaba con cinco candidatos vacunales. Indudablemente, se trata de un mérito de la ciencia cubana, pero en modo alguno impedía la aceptación de la ayuda de la OMS, algo que dice mucho del orgullo de los déspotas cubanos.
En las redes circula este patético mensaje firmado por Julio Rodríguez González, de Matanzas: “Para que tengas una idea, mi hijo de 11 años, asmático, lleva desde el domingo con 2 test rápidos positivos, hace una semana y nadie le ha podido hacer un PCR porque no hay o al menos eso es lo que dicen; mi hermana está hace una semana con síntomas y fiebre en la casa porque no hay a donde ir. Hace una hora acaba de morir una vecina aquí en la casa porque lleva cuatro días llamando al SIUM y le decían que no tenían a donde llevarla, la señora se acaba de morir en la casa sin atención médica. El domingo pasado, cuando fui con mi hijo al policlínico, a las 11 de la noche, la doctora salió y dijo que no dieran más último en la cola porque ella no iba a atender a nadie más. Todo está colapsado y 4 mil rusos sin nasobuco por toda Matanzas y nadie les dice nada. En el hospital pediátrico tienen a los pacientes así mismo como en el video pero sin camas, están en los pasillos, tirados en el piso. Matanzas está que mete miedo. Hace tres días di $3 000 pesos por dos tiras de duralgina y 6 azitromicinas para mi hijo porque en ningún lado hay medicamentos”.
Este martes 6 de julio he visto una “directa” de una señora de 62 años residente en Morón preguntándole a Miguel Díaz Canel Bermúdez si no sabe lo que pasa en ese hospital y pidiéndole que envíe camillas para poder atender a los enfermos, pues la instalación no los puede recibir a todos. Estos testimonios coinciden con otros de diferentes lugares del país, pero ninguno de los periodistas de los medios pagados por el Partido Comunista ha ido hasta el hospital de Morón o hasta los hospitales de Matanzas para informar sobre lo que ocurre.
En medio de esta situación extrema los dirigentes cubanos insisten en que todo está bajo control. No importa cuántos cubanos más tengan que morir debido al colapso de las instituciones de salud, lo que les importa es presentar una realidad inexistente.
Su soberbia es tal que de ellos es muy difícil esperar una petición de ayuda a la comunidad internacional porque, ¿cómo sería visto que un país que se jacta de tener un sistema de salud perfecto y miles de médicos prestando servicios fuera se declare incapaz de hacer frente por sí solo a la pandemia? Eso sería insoportable para los comunistas.
Se reúnen todos los días, pero los índices negativos con respecto a la pandemia no hacen más que crecer. Lo mismo hacen para analizar la situación de los alimentos, pero a más de seis meses de proclamada la Tarea Ordenamiento el Estado continúa siendo incapaz de suministrar malangas o plátanos al pueblo.
Han cifrado todas sus esperanzas en los cinco candidatos vacunales, pero todo indica que cuando llegue diciembre, que es la fecha que han señalado para dar por terminada la vacunación en el país, otros cientos o miles de compatriotas habrán muerto, sencillamente porque los comunistas cubanos carecen de la humildad suficiente para reconocer que necesitan ayuda.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +1 (786) 316-2072, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.