Cuando quienes rondamos los 60 años de edad escuchamos el chachachá El Bodeguero por la Orquesta Aragón, solemos recordar a esos que practicaban lo que quizás fuera el oficio de mayor popularidad en los barrios, sobre todo de pequeños pobladitos.
En una diminuta comunidad costera como Casilda, en el tramo de cuatro cuadras a lo largo de la central calle Real, había siete bodegas, mientras que en las restantes escasas vías se encontraban dos más para una población que por aquellos años no debió sobrepasar 15 000 habitantes.
Les llamaban tiendas de víveres y licores, donde también se vendían viandas y en las que el dueño trabajaba a la par que los empleados para despachar lo mismo un trago de ron, un refresco embotellado, que una libra de arroz, papa o ají, y dulces como los de coco, matahambre o guayaba…
Había pagos al contado, pero solía ser una práctica habitual la venta a crédito o fiado, como más se acostumbraba a decir, y cada uno saldaba su deuda cuando recibía sus ingresos, que en el caso de Casilda, al sur de la espirituana villa de Trinidad, era cuando los pescadores o portuarios cobraban su faena quincenal.
Era muy difícil, prácticamente imposible que alguien no saldara su deuda, pues si bien en los primeros momentos un cliente se trasladaba hacia otra bodega sin pagar, casi sin haberse puesto de acuerdo, los dueños de las tiendas, antes de recibirlo, indagaban si había pagado lo que debía en la anterior.
“Las cuentas claras y el chocolate a la española”, solía decirse en aquellos años, frase que quizás comenzó en los establecimientos propiedad de emigrantes de España, territorio europeo a donde llegó la receta de prepararlo espeso.
Por cierto, lo común era decirles gallegos, fueran o no de Galicia, y en el caso de los chinos, les decían “de Cantón” aunque ni siquiera los asiáticos hubieran estado ni de paso por esa área.
Y hasta los pocos dueños japoneses o coreanos que había también eran llamados chinos de Cantón, sin que tampoco valieran sus protestas, no por rivalidades, sino porque lejos de su patria, querían no perder su identidad.
También podía escucharse “Las cosas claras”, aunque tal vez en este caso no era para referirse a deudas financieras, sino a cualquier otro asunto.
¿Será este el origen de la frase que popularizó la melodía El Bodeguero que dice: Toma chocolate, paga lo que debes?
Si algún amable lector sabe sobre el tema, por favor, le agradecemos que lo comparta. Mientras tanto, lo invitamos a escuchar la melodía:
El Bodeguero
Siempre en su casa presente está
El bodeguero y el cha, cha, cha
Vete a la esquina y lo verás
Y atento siempre te servirá
Anda enseguida, córrete allá
Que con la plata lo encontrarás
Del otro lado del mostrador
Muy complaciente y servidor
Bodeguero, ¿qué sucede?
Por qué tan contento estás
Yo creo que es consecuencia
De lo que en moda está
El bodeguero bailando va
Y en la bodega se baila así
Entre frijoles, papa y ají
El nuevo ritmo del cha, cha, cha
Toma chocolate
Paga lo que debes
Toma chocolate
Paga lo que debes
Toma chocolate
Paga lo que debes
Toma chocolate
Paga lo que debes
Toma chocolate
Paga lo que debes
Toma chocolate
En la bodega se baila así
Entre frijoles, papa y ají
En la bodega se baila así
Entre frijoles, papa y ají…