Minari es una historia de coreanos viviendo en Estados Unidos, aunque producida por la cinematografía estadounidense. El filme, que exhibirá la televisión, cosechó varios reconocimientos internacionales y estuvo entre los grandes favoritos para los premios Oscar, pero en el último tramo de la carrera pareció perder fuerza y se alzó con uno solo, en la categoría de mejor actriz secundaria, para la veterana Youn Yuh-jung.
Dirigido por Lee Isaac Chung, un coreano que creció en Estados Unidos, Minari reconstruye la vida de una joven familia procedente de Corea del Sur, que luego de algunos traspiés se instala en una zona rural de Arkansas, donde el padre pretende tener su propia granja y concretar así el perseguido «sueño americano», un emblema idílico de aliento sostenido a lo largo del metraje.
La cinta toma su nombre de una planta que adquirirá un sentido simbólico para esta familia inmersa en sus primeros descubrimientos y desconciertos. Hay un simpático niño de siete años, que no es otro que el mismo director, reconstruido en sus recuerdos. Convertido entonces en testigo de primera línea, Lee Isaac Chung construye sin prisa un relato de bien medidos resortes emotivos para que las tensiones, el miedo, la ternura, la indecisión y el humor alternen sin sobrepeso. Todo ello en función de enaltecer los valores de una familia unida en las buenas y en las malas.
Minari se inscribe en la categoría de otras películas de inmigrantes interesadas en contar cómo fueron los primeros tiempos en un país extraño, y los choques estructurales que se vivieron, a veces no de la mejor manera y con factores como la discriminación y la violencia a la orden del día, que no es el caso de esta película. Una larga lista de comedias, dramas de todo tipo e historias de mafiosos, de las que Hollywood ha realizado unas cuantas.
En esa variedad de nacionalidades fílmicas envueltas en la aventura del viaje, Minari viene a ser algo diferente; más etérea y espiritual y transcurriendo en medio de una fina melancolía a la que mucho aporta la banda sonora. Cine clásico, sin duda, amparado en una ligereza narrativa dispuesta a que el factor humano decida por encima de cualquier otro elemento, mientras la concreción del buscado «sueño americano», a pesar de las vicisitudes que viven los protagonistas, no dejará de dar la hora como reafirmación de una discutible leyenda.