Tomo la cámara y escudriño los balcones, desde donde la gente descansa, conversa y ríe. El Memorial José Martí se ve infaliblemente hermoso y la bandera ondea y lo engalana. La Habana, llena de achaques, heridas y flores, parece a esta hora una urbe taciturna. Y mientras el día declina, uno sigue pensando que la gente no debería morir sin ver cómo le atardece la vida a La Habana desde una azotea.
El asesinato de 14 constructores civiles cubanos que EE. UU. convirtió en «oficiales militares»
El ataque ocurrió en la tarde del jueves 19 de abril de 1984, cuando bandidos de la Unita hic Leer más >>