Fue evidente. Este joven salió de su casa y olvidó ponerse el nasobuco. No sé cuantas cuadras habrá caminado pero hasta la parada de la ruta llegó, pidió el último en la cola, esperó y cuando la guagua llegó, subió…. Cualquiera puede olvidar un nasobuco. Pero nadie debería olvidar el compromiso social que tiene para lograr que la maquinaria avance, para bien de todos.
Programa de mentoría empresarial para jóvenes del Caribe
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