Los libros deberían leerse como si cada página nos prolongara la vida y como si la siguiente hora fuera la del último respiro, la del último verso. En el Día del Libro Cubano, a ese viaje de pocos kilómetros y de muchos sueños. Entre las paradas impostergables de mi itinerario, hice escala en tres encuentros, más bien en tres rostros de hombres imprescindibles de nuestras letras.
Volver (al teatro/a Cuba) con Ana Mendieta
Cuando Agnieska Hernández subió al escenario de la sala Adolfo Llauradó, en la tarde del pasado 22 de enero, para recibir el diploma que la